Maestro y Sociedad e-ISSN 1815-4867
Volumen 22 Número 3 Año 2025
Artículo original
Prácticas culturales de la agricultura familiar, seguridad alimentaria, políticas públicas. El caso Guamá
Culturals practices of familiar agriculture, food security, public policies. Guama case
Práticas culturais da agricultura familiar, segurança alimentar, políticas públicas. O caso Guamá
Dr.C. Vivian Basto Estrada *, https://orcid.org/0000-0001-7179-2322
MsC. Ana Niovis Aguilera Vázquez, https://orcid.org/0000-0003-1105-8120
MsC. Yaritza Bistel Manzano, https://orcid.org/0009-0003-5850-9053
MsC. Yoanna Barrientos Camacho, https://orcid.org/0009-0000-3036-0830
Universidad de Oriente, Cuba
*Autor para correspondencia. email vbasto@uo.edu.cu
Para citar este artículo: Basto Estrada, V., Aguilera Vázquez, A. N., Bistel Manzano, Y. y Barrientos Camacho, Y. (2025). Prácticas culturales de la agricultura familiar, seguridad alimentaria, políticas públicas. El caso Guamá. Maestro y Sociedad, 22(3), 1956-1968. https://maestroysociedad.uo.edu.cu
RESUMEN
Introducción: El estudio analizó la construcción de las prácticas culturales de la agricultura familiar a partir de la perspectiva social, cultural, y la gestión estratégica del gobierno local. Se parte de postulados generales de la Sociología de la Alimentación, como marco de explicación sociológica para el examen de la realidad socio productiva y la alimentación como fenómeno sociocultural y multidimensional. Materiales y métodos: Se implementó un estudio de caso único y se escogió como muestra el asentamiento rural El Once, municipio Guamá. Se realizó la sistematización de investigaciones sociales y resultados científicos en torno a las prácticas culturales de la agricultura familiar. Lo que consolidó una perspectiva sociológica con atención a las prácticas culturales de la agricultura familiar y la seguridad alimentaria nutricional a partir de su comprensión social y cultural. Se aplicaron técnicas de investigación social como la entrevista en profundidad, la observación participante y técnicas participativas. Resultados: En el orden práctico se aporta un conjunto de datos etnográficos que complementan los estudios de las prácticas culturales de la agricultura familiar en el municipio y son significativos para el diseño de políticas alimentarias a nivel local. Se construyen una serie de reflexiones socioeconómicas y de enfoque productivo para el desarrollo de la agricultura familiar y la seguridad alimentaria nutricional, basado en la perspectiva cultural de la agricultura familiar. Discusión: La investigación reconoce y visibiliza la perspectiva social y cultural de la actividad agrícola. Lo que permite comprender la construcción social y cultural de la agricultura. Conclusiones: Se asume una visión integral de la seguridad alimentaria nutricional con énfasis en la dimensión cultural.
Palabras clave: prácticas culturales de la agricultura familiar, seguridad alimentaria, políticas públicas de alimentación.
Abstract
Introduction: This study analyzed the construction of cultural practices of family farming from a social, cultural, and local government strategic management perspective. It is based on general postulates of the Sociology of Food as a framework for sociological explanation for examining socio-productive reality and food as a sociocultural and multidimensional phenomenon. Materials and methods: A single-case study was implemented, choosing the rural settlement of El Once, Guamá municipality, as a sample. Social research and scientific results on the cultural practices of family farming were systematized. This consolidated a sociological perspective with attention to the cultural practices of family farming and nutritional food security based on their social and cultural understanding. Social research techniques such as in-depth interviews, participant observation, and participatory techniques were applied. Results: In practical terms, a set of ethnographic data is provided that complements the studies of cultural practices of family farming in the municipality and is significant for the design of food policies at the local level. A series of socioeconomic and productive reflections are presented for the development of family farming and nutritional food security, based on the cultural perspective of family farming. Discussion: The research recognizes and highlights the social and cultural perspective of agricultural activity, allowing for an understanding of the social and cultural construction of agriculture. Conclusions: A comprehensive view of nutritional food security is adopted, emphasizing the cultural dimension.
Keywords: cultural practices of family farming, food security, public food policies.
Resumo
Introdução: Este estudo analisou a construção de práticas culturais da agricultura familiar a partir de uma perspectiva social, cultural e de gestão estratégica do governo local. Baseia-se nos postulados gerais da Sociologia da Alimentação como um quadro de explicação sociológica para examinar a realidade socioprodutiva e a alimentação como um fenômeno sociocultural e multidimensional. Materiais e métodos: Foi implementado um estudo de caso único, escolhendo o assentamento rural de El Once, município de Guamá, como amostra. Pesquisas sociais e resultados científicos sobre as práticas culturais da agricultura familiar foram sistematizados. Isso consolidou uma perspectiva sociológica com atenção às práticas culturais da agricultura familiar e à segurança alimentar nutricional com base em sua compreensão social e cultural. Técnicas de pesquisa social, como entrevistas em profundidade, observação participante e técnicas participativas foram aplicadas. Resultados: Em termos práticos, é fornecido um conjunto de dados etnográficos que complementam os estudos de práticas culturais da agricultura familiar no município e são significativos para o desenho de políticas alimentares em nível local. Uma série de reflexões socioeconômicas e produtivas são apresentadas para o desenvolvimento da agricultura familiar e da segurança alimentar nutricional, com base na perspectiva cultural da agricultura familiar. Discussão: A pesquisa reconhece e destaca a perspectiva social e cultural da atividade agrícola, permitindo a compreensão da construção social e cultural da agricultura. Conclusões: Adota-se uma visão abrangente da segurança alimentar e nutricional, com ênfase na dimensão cultural.
Palavras-chave: práticas culturais da agricultura familiar, segurança alimentar, políticas públicas alimentares.
Recibido: 15/4/2025 Aprobado: 2/7/2025
Introducción
La familia, unida a otros sistemas sociales, constituye un elemento primordial en la reproducción de la sociedad misma. Esta, se establece su función más genérica y esencial; incluye la reproducción de los propios individuos, garantizando la continuidad demográfica, la reposición de la fuerza de trabajo, la transmisión de los valores sociales y toda una amplia gama de fenómenos y procesos vitales para el sostenimiento y reproducción de la sociedad (Tenorio, 2008, p. 138).
Otros autores como Álvarez (1994) y Guzón (2008) explican la relación dialéctica entre la familia como organización y la misma sociedad; en este sentido, se incluyen las actividades de abastecimiento y consumo a la satisfacción de las necesidades individuales y familiares, y las actividades de mantenimiento de la familia que incluyen todos los aportes de trabajo realizados por los miembros del hogar.
Bajo las anteriores concepciones del rol fundamental que desempeña la familia en la sociedad a nivel general, la agricultura como uno de los sectores de la economía ha permitido a muchas familias poseer una alternativa fundamental para buscar su desarrollo y mejores condiciones de vida. El Banco Mundial (2008, p. 3) en su informe sobre el desarrollo, expresa que “para utilizar la agricultura como base de crecimiento económico en los países principalmente agrícolas, se requiere una revolución de la productividad de los pequeños establecimientos agrícolas” dando a conocer un nuevo paradigma donde enfoca la importancia que posee la agricultura a pequeña escala, denominada agricultura familiar (en lo adelante AF). Este sector se muestra como el proceso que posibilita a las familias alcanzar sistemas diversificados de producción, distribución, intercambio y consumo, a los aportes de la estabilidad económica, social y ecológica (Guzmán, 2014).
La AF en su evolución enfrenta grandes desafíos, ejemplo de ello la extensa pobreza rural, representada por alrededor de 842 millones de personas en el mundo que sufren de hambre crónica por no comer adecuadamente (FAO, 2024), 2 100 millones de personas subsisten con menos de 2 dólares al día; el crecimiento poblacional, que se traduce en demanda mundial de alimentos; la degradación de los recursos naturales utilizados para la producción agrícola; la necesidad de un modelo de gestión para el desarrollo más sostenible e inclusivo y el cambio climático. A raíz de este contexto global, el Instituto Interamericano de Cooperación con la Agricultura (IICA), en conjunto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), proponen en el año 2010 un Plan de Mediano Plazo con el fin de estimular el desarrollo de políticas públicas para mejorar la contribución de la agricultura al bienestar sustentable de los territorios, donde la AF ocupa un lugar primordial. Este importante paso hace posible que se decidiera dedicar el año 2014 a la AF, en el que la FAO propone una definición política para dar a conocer y permitir accionar en función del desarrollo de dicho sector. El concepto manifiesta que: “Agricultura familiar es una forma de organizar la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pastoreo; gestionada y dirigida por una familia y sobre todo que depende preponderantemente del trabajo familiar (de mujeres como hombres)” (FAO, 2014, p. 9).
Tanto en países desarrollados como en los subdesarrollados, los agricultores familiares son los principales productores de alimentos y los administradores principales de la seguridad alimentaria, datos recientes obtenidos por el Programa Mundial para la Alimentación afirman que en la actualidad existen más de 500 millones de agricultores familiares, representado en un 98% de todas las explotaciones agrícolas y son responsables de al menos el 56% de la producción agrícola, en el caso de América Latina y el Caribe suministran entre el 27 y 67% del consumo local (FAO, 2024). Por consiguiente esta actividad, rescata los alimentos tradicionales, contribuyendo a una dieta equilibrada, a la protección de la biodiversidad agrícola del mundo y al uso sostenible de los recursos naturales. En Cuba, la necesidad de lograr el autoabastecimiento local y reducir los actuales niveles de importación y la dependencia en materia alimentaria, llevaron al Estado a declarar que la producción de alimentos es cuestión de seguridad nacional.
La mayor parte de las investigaciones de pobreza, desigualdad, vulnerabilidad social y políticas de atención desde el 2002, son lideradas por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana (FLACSO-UH) y están focalizadas en los estudios de la acción social como conductas enlazadas a los sentidos subjetivos, de tal forma, se resalta la agencia humana como capacidad de los sujetos sociales de construir su realidad. Estos estudios se ubican preferentemente en zonas rurales y urbanas, barrios populares con tradición marginal y periféricos de la región occidental del país. Familia, infancia, políticas y estrategias locales son recurrentes en los estudios sociales realizados, en los que se han favorecido los estudios de caso (Martínez, Moncada, Expósito y Basto, 2021, 2022, 2023).
Desde la Sociología en Cuba, resultan significativas las perspectivas de análisis de Domínguez & Soler (2022, 2023, 2024) en la comprensión de la seguridad alimentaria familiar en la construcción de sistemas alimentarios locales e inclusivos y vista como dimensión de análisis dentro del desarrollo comunitario. Los sistemas alimentarios locales constituyen una herramienta de los gobiernos locales para enfrentar los múltiples cambios económicos, sociales y productivos en materia de alimentos a nivel territorial. Estos sistemas se sintetizan en: la articulación vertical-sectorial y horizontal-territorial de manera que se logren integrar los procesos de producción, transformación, comercialización, y consumo de alimentos; la interacción entre todos los actores locales y el gobierno; potenciar la participación social; fomentar mayores capacidades de innovación en los diferentes municipios; impulsar la formación del capital humano; la transferencia de tecnologías e innovación, entre otros elementos (Díaz-Canel et al., 2020).
Si bien estas investigaciones resultan significativas para comprender la complejidad de la alimentación, en menor medida se ubican los estudios sociológicos de la alimentación. La perspectiva sociológica permite comprender la agricultura familiar como práctica cultural. Posibilita estudiar un fenómeno vivo a través de teorías sociológicas y métodos sistematizados en otros contextos. Su desarrollo en Cuba, llevaría a la construcción de un nuevo conocimiento científico que permitiría enriquecer a la Sociología de la alimentación en Cuba con un cuerpo teórico y metodológico propio. Así como revelaría explicaciones científicas de procesos sociales que hoy se ubican como prioridad en las agendas sociales, agendas científicas del territorio, la nación y las políticas públicas de alimentación.
La agricultura cubana ha atravesado por diversas etapas. En particular, la década de los noventa del pasado siglo, significó una de las peores crisis económicas para este sector. El derrumbe del Campo Socialista impactó en la pérdida del 83% del comercio, que hasta el momento se desarrollaba de una forma estable y segura con los países miembros del campo socialista. Se produjo una drástica contracción de la capacidad de importación del país, de 8 mil millones de dólares en 1989 pasó a ser de mil 200 millones en 1992, con efectos inmediatos en los niveles de producción en las diferentes ramas, tanto industriales como agropecuarias (García et al., 2014).
Esta situación provocó que los sistemas productivos agropecuarios de las empresas estatales, altamente dependientes de insumos externos, se vieran seriamente afectadas en los volúmenes de producción que se redujeron dramáticamente. Aunque la agricultura a pequeña y mediana escala, predominantemente en el sector cooperativo y campesino, mostró mayor resistencia a la crisis, en 1989 este sector representaba solo el 25% del área de la tierra agrícola total (García et al., 2014).
En respuesta a la precaria situación alimentaria originada, se estableció el Programa Nacional de Acción para la Nutrición (PNAN) como resultado de compromisos hechos ante la conferencia internacional para la nutrición, celebrada en Roma en 1992. Su objetivo era disminuir las consecuencias de la crisis a través de estrategias básicas como fortalecer la política agraria mediante la descentralización de la tenencia y gestión de la tierra, y con ello la diversificación de la producción agrícola; motivar a la sociedad en su conjunto a participar en las labores agrícolas; incentivar la creación de autoabastecimientos o huertos familiares con el objetivo de satisfacer las necesidades de área residenciales e instituciones públicas; promover el desarrollo sostenible y compatible con el medio ambiente; reducir las pérdidas post-cosecha a través de la venta directa de los productores a los consumidores en las ciudades; incorporar los objetivos nutricionales a los programas de desarrollo agrícola.
Después de veinte años de desarrollo de una agricultura de altos insumos procedentes fundamentalmente de los países socialistas de Europa del Este, se procedió a la implementación de un nuevo modelo en la agricultura cubana en 1993, caracterizado por la sustitución de insumos químicos por insumos biológicos producidos en el país, reemplazo de una parte de la tracción de motor por tracción animal, la descentralización de las grandes empresas estatales en cooperativas, la entrega de tierras a diferentes sectores de la sociedad y organismos, en el cual familias comienzan a desplegar estrategias agroproductivas con el fin de incrementar la producción para el autoconsumo y la apertura de los mercados agropecuarios (Padrón et al., 2014).
Sin duda la AF ha sido hasta la actualidad un importante aliado para proveer alimento y generador de empleo e ingresos, contribuyendo al desarrollo equilibrado de los territorios y comunidades rurales. En el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) se establecen lineamientos de política económica y social para el sector agrícola, entre los que se mencionan los lineamientos 204, 205 y 206, abogando por “el desarrollo con efectividad del programa de autoabastecimiento alimentario municipal mediante una agricultura urbana y suburbana”, de la misma forma en el reciente Congreso del PCC se hace mención al lineamiento 170 donde se ratifica continuar desarrollando el programa de autoabastecimiento alimentario; sin embargo, a pesar de los avances y esfuerzos que se han realizado sobre este tema, aún prevalecen problemática; elevados precios de insumos; disminución de la mano de obra rural; el 80% de importación de alimentos; la no existencia de un plan integral, que permita promover la incorporación de más familias hacia una AF sostenible; la carencia de un marco legal a nivel local que responda al desarrollo y funcionamiento de la AF; la falta de una adecuada dirección estratégica del proceso de la AF; la presentación de programas poco medibles, en cuanto a la efectividad económica.
En la actualidad el sector agrícola y en especial la AF, se desarrolla aún bajo los efectos de una crisis desde las más diversas aristas (medio ambiental, económica, política, social, legal y tecnológica), por lo cual el país enfrenta un importante reto para garantizar la seguridad alimentaria de la población enfocado en dos vertientes: aumentar las producciones de los alimentos y reducir las importaciones.
En el caso particular del municipio Guamá, los aspectos señalados se suman al limitado aprovechamiento de los recursos endógenos y exógenos existentes, insuficiente superficie agrícola, uso inadecuado del suelo, negativo impacto de eventos climatológicos en los recursos naturales, lo que incide en la valorización de la producción de alimentos y en los insuficientes encadenamientos productivos, así como la falta de generalización de las experiencias de AF que se han concretado en el territorio. Ello evidencia la pertinencia de aplicar el enfoque estratégico al proceso de gestión de la AF en función de la seguridad alimentaria y nutricional (SAN).
Teniendo en cuenta lo anterior, se plantea como un desafío para la gestión estratégica de la seguridad alimentaria nutricional local el diseño de políticas públicas de alimentación que posibiliten el aprovechamiento de las potencialidades de las prácticas culturales de la agricultura familiar y la seguridad alimentaria nutricional en la comunidad El Once y el municipio Guamá, a partir de la perspectiva social y cultural en el nivel microsocial. De esta manera se formula como objetivo: Analizar la construcción social de las prácticas culturales de la agricultura familiar en su interrelación con la seguridad alimentaria nutricional y las políticas públicas de alimentación para el reconocimiento y visibilización de la perspectiva social y cultural de la agricultura como elemento configurador de la seguridad alimentaria nutricional en la comunidad El Once del municipio Guamá.
La investigación se realizó adscrita al proyecto de investigación Capacitación de actores locales para el fortalecimiento de la seguridad alimentaria desde sus prácticas culturales en consejos populares de Santiago de Cuba y Villa Clara. Generado desde el Centro de Estudios Sociales Cubanos y Caribeños Dr. José Antonio Portuondo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Oriente, Cuba. Aprobado como herramienta de transformación social por el Centro Nacional de Desarrollo Local y Comunitario (CEDEL) de Cuba y el programa Nacional de Desarrollo Local.
Materiales y Métodos
El estudio que se presenta emplea una estrategia de investigación etnográfica, basada en el empleo de la triangulación metodológica de los datos obtenidos. La aplicación de las técnicas observación participante, la entrevista en profundidad aplicadas a informantes clave, a actores locales, condujeron a la construcción del panorama socio productivo local. Se realizó el análisis de la seguridad alimentaria local. Así como se elaboraron reflexiones sociológicas para el diseño de un plan de acciones multidimensionales en función del desarrollo de la agricultura familiar rural a corto plazo.
La investigación empírica se desarrolló entre los años 2023-2024, a fines de conocer el escenario escogido, 56 familias (muestra intencional) del asentamiento rural El Once, municipio Guamá, provincia Santiago de Cuba. Los testimonios, observaciones, entrevistas; revelan las características de las prácticas culturales de la agricultura familiar. Las que configuran la seguridad alimentaria nutricional a nivel de familias caracterizadas por insuficiencias en el acceso, irregular estabilidad, baja disponibilidad y el insuficiente consumo de alimentos sanos y nutritivos. Se validan técnicas y métodos de investigación que pudieran constituir precedentes para investigaciones similares que aborden la relación prácticas culturales, agricultura familiar y políticas públicas de alimentación en contextos rurales.
Resultados
Un referente internacional en agricultura familiar es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esta considera a los agricultores familiares como un grupo grande y muy diverso, definiendo a la agricultura familiar como “una forma de organizar la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pastoreo, que es administrada y operada por una familia y, sobre todo, que depende preponderantemente del trabajo familiar, tanto de mujeres como hombres. La familia y la granja están vinculados, co-evolucionan y combinan funciones económicas, ambientales, sociales y culturales”. Como puede verse en esta amplia definición la agricultura familiar comprende diversas actividades y se la toma como una forma de organización, y en algunos casos como forma de vida, y no como el desarrollo de una actividad puntual de origen agropecuario.
La agricultura familiar es una forma peculiar de actividad agrícola presente en América Latina. Se considera que representa cerca del 75 % del total de las unidades productivas de esa región y que, en algunos países, la cantidad puede llegar a más del 90 % del total de las actividades socioeconómicas. En lo relativo a América Latina la FAO rescata el origen de la agricultura familiar a través de la definición que Maletta (2011) señala basado en el concepto de unidad económica familiar, que se define como “una finca de tamaño suficiente para proveer al sustento de una familia y que en su funcionamiento no requiriese de mano de obra asalariada, sino que pudiese ser atendida con la fuerza laboral de la propia familia”, “el concepto mismo de agricultura familiar tiene deficiencias intrínsecas, no responde a una categoría teórica coherente, ni a un tipo sociológico determinado, ni a variables económicas claras.
En cuanto a los países latinoamericanos sus posturas son numerosas. Por ejemplo, en el caso puntual de aquellos integrantes del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) se fijaron directrices (resolución Nº 25/07, MERCOSUR) para el reconocimiento e identificación de la agricultura familiar. En esta resolución se hace referencia fundamentalmente a la mano de obra utilizada (principalmente familiar), a la responsabilidad de la gestión del espacio productivo y los recursos productivos utilizados, sin considerar otros aspectos relevantes para la caracterización, como el origen y la dimensión de los ingresos familiares o superficie máxima cultivada. En consecuencia cada país considera escalas de producción e ingresos familiares muy diferentes entre sí, e incluso toman distintas escalas de producción e ingresos para un mismo país en función del lugar en donde se encuentre establecida la familia productora.
En el contexto del Año Internacional de la Agricultura Familiar se elaboró un concepto: “La agricultura familiar (AF) es una forma de organizar la agricultura, la ganadería, la silvicultura, la pesca, la acuicultura y el pastoreo, administrada y operada por una familia y, sobre todo, que depende preponderantemente del trabajo familiar. La familia y la granja están vinculadas, co- evolucionan y combinan funciones económicas, ambientales, sociales y culturales” (FAO, 2013).
La agricultura familiar es la forma predominante en la producción de alimentos, y en Cuba ha sido una estrategia encaminada a sortear no pocos obstáculos, en su mayoría relacionados con la sustitución de importaciones y el difícil acceso a recursos e insumos vitales para el desarrollo agropecuario (Sánchez, 2014).
Durante los primeros años de la Revolución, la AF de pequeña escala fue devaluada ante el “gigantismo” de grandes empresas agroindustriales, fundamentalmente de la caña de azúcar, con la consiguiente intensificación del monocultivo y de las afectaciones a los ecosistemas. Sin embargo, durante la crisis de los años ‘90, con la caída del campo socialista en Europa del Este, comenzó el fraccionamiento de grandes extensiones agrícolas en unidades de manejo más pequeñas, la entrega de tierras a personas naturales y a cooperativas, la ampliación de los espacios de mercado, el fomento de prácticas agroecológicas y la diversificación productiva de los sistemas agrícolas. En este contexto, desde el discurso oficial y la opinión pública se reconoce y prestigia el papel de los productores y las productoras agrícolas (González y Rodríguez, 2015).
Dentro del contexto de la seguridad alimentaria , se tiene en cuenta que la AF tiene la propiedad de generar alimentos saludables para los mercados nacionales, lo que estimula a los productores a la formalización de sus organizaciones (Shiavoni, 2001). En sí, la AF se caracteriza por la diversidad de alimentos que puede proveer en un territorio local (Manzanal et al., 2015).
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996, la seguridad alimentaria a escala “de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objetivo de llevar una vida activa y sana”.
En el logro de agroecosistemas soberanos en la alimentación, el uso de la tecnología y la energía lleva implícito los principios de la agroecología, y tiene como objetivo final el desarrollo de fincas familiares campesinas resilientes, con capacidad para hacer frente a cambios de cualquier índole: climatológicos, de mercado o políticos (Altieri y Toledo, 2011), y absorber creativamente la trasformación sin perder su identidad como tal (Giménez, González, 2023).
Se trata de un tema complejo que implica una preocupación para el consumidor y a la vez para los decisores, debido al creciente aumento de los precios de los alimentos en el mercado interno. Esta tendencia alcista, que impacta de forma sensible en el mercado minorista, con implicaciones económicas, sociales y políticas, parte de una producción agropecuaria que no es suficiente para satisfacer la demanda. La insuficiente producción nacional de alimentos, la seguridad alimentaria en su conjunto, la aún elevada dependencia alimentaria externa constituye aspectos estratégicos para la economía cubana lo cual la hace muy vulnerable, en un mundo donde los alimentos en ocasiones suelen ser utilizados como arma política.
De acuerdo a los informes disponibles, tanto oficiales como de medios especializados, las importaciones de alimentos durante 2024 ascendieron a unos 1.700 millones de dólares. Se prevé que al finalizar el actual 2025, ese gasto alcance los 2.000 millones de dólares. Mientras los montos totales de compras externas de la economía cubana en los últimos tres años se han reducido, la proporción (%) de la importación de alimentos respecto al total importado ha crecido: 14,7 por ciento en 2014, 15,4 por ciento en 2015 y 17,3 por ciento en 2024. De acuerdo a un análisis realizado, a partir de una canasta de productos alimenticios seleccionados y representativos, en base a la disponibilidad total (Producción nacional +importaciones- exportaciones), las importaciones ocupan aproximadamente entre 60-65 por ciento del total de la disponibilidad. Se estima que esta dependencia puede ser reducida a un 35-50 por ciento, a partir de los incrementos de la producción nacional. Lo anterior denota una importante potencialidad en la producción agropecuaria en la agricultura cubana.
En el proceso de actualización del modelo económico cubano las más importantes y profundas trasformaciones se iniciaron por el sector agropecuario cubano, desde 2008 hasta la fecha, aunque se han llevado a cabo bajo la ausencia de un enfoque sistémico y en ocasiones mostrando inmovilidad y hasta retroceso. Los resultados productivos alcanzados no se corresponden con las medidas y trasformaciones implementadas. Sin duda este proceso reclama de un profundo análisis, para identificar las causas o la sucesiva relación de causas-efectos y afrontar el problema con las soluciones apropiadas y necesarias, de forma dinámica, sistémica y no dilatada, para eliminar esa imagen de inmovilismo que se aprecia o interpreta y poder alcanzar los resultados esperados.
En el caso cubano, la gestión de gobierno a través de las estrategias de desarrollo territorial como instrumento de gestión gubernamental debe considerar aspectos sociales de diversa naturaleza. ˝La posición del individuo en la estructura social determina, condiciona sus prácticas alimentarias˝ Para analizar este panorama se incluyen variables y dimensiones de análisis social como el nivel educacional, el manejo de la información nutricional, el género y el poder adquisitivo, los horarios de estudio y laborales, las preferencias alimentarias, los grupos vulnerables, la composición de las familias, los tipos de familias, las estrategias familiares de ayuda como las remesas, las ventas a plazo; el acceso al empleo: el doble y triple empleo, los tipos de empleo del individuo, el desarrollo efectivo del sector privado: cuentapropismo, micro, mediana y pequeñas empresas, las diversas esferas de negocios oficiales e informales, el papel del cooperativismo, las granjas agropecuarias, los organopónicos, las fincas, los huertos, las parcelas, los puntos de venta, las carretillas ambulantes; la práctica de la actividad comercial informal como empleo: venta de garaje, mesas de venta de productos alimentarios y otros.
A la par del Bloqueo Económico, financiero y comercial de los Estados Unidos contra Cuba, elementos de carácter económico como el impacto de la Tarea Ordenamiento, la crisis económica internacional derivada de la pandemia de Covid-19, la inflación internacional y la inflación en la economía nacional, han provocado la devaluación de la moneda cubana y la subida de precios. En particular de los alimentos. En este sentido, el control de la Inflación, el control de precios en el sector privado y estatal y el aumento de la productividad es esencial para paliar la grave crisis de alimentos a la que se enfrenta hoy la población cubana. Así como la evaluación del impacto social de las políticas económicas instrumentadas a corto plazo.
Aspectos como la escases de recursos financieros para la importación de alimentos, el alza de los precios, el papel del salario, el desabastecimiento, la inestabilidad, la baja disponibilidad de alimentos, baja productividad remarca expresiones de riesgo y asimetrías sociales en el acceso a los alimentos saludables y culturalmente aceptables. Estos elementos, agravan las situaciones de stress familiar en el caso de hogares con niños, adultos mayores y enfermos, en correspondencia con los niveles de ingreso y las condiciones de acceso a los alimentos. Existen personas que viven en situación de vulnerabilidad social. Acorde a Ferriol (2005), estas personas pueden ser identificadas como poblaciones en riesgo de pobreza entendida como aquellas, con ingresos para adquirir una canasta básica de bienes alimenticios y no alimenticios equivalente a la línea de pobreza.
A pesar de las normas vigentes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, los adelantos en materia legislativa contemplados en el Código de las Familias, son situaciones pendientes por resolver en el panorama social alimentario cubano una vez que las pensiones, jubilaciones y salarios, no cubren las demandas nutricionales de estos sectores vulnerables. Por lo tanto, la consecución del Plan de Soberanía alimentaria y Educación Nutricional y el objetivo no. 2 de Desarrollo Sostenible del Milenio, constituye un desafío para la ciencia cubana y los esfuerzos gubernamentales.
El Plan SAN implica un cambio de enfoque predominantemente sectorial y verticalista con que hasta la fecha se había gestionado en Cuba la producción y comercialización de alimentos y su inocuidad. Sus temas estratégicos y componentes transversales, unido a sus cuatro dimensiones, generan la necesidad de reformular los programas de desarrollo asociados a la producción de alimentos, la educción, la cultura, la comunicación, y la salud que habían diseñados en el proceso de elaboración de las Estrategias de Desarrollo Municipal y las Estrategias de Desarrollo Provincial en cada territorio (Torres, González, Ramírez y Marín, 2022, p. 135).
Las prácticas de alimentación familiar (Basto, 2023) en la comunidad estudiada se construyen y reconstruyen a partir del acceso estable o no a los alimentos. Acorde a los requerimientos internacionales de organizaciones como la Organización Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y Organización Mundial de Salud (OMS) así como los aportes de la perspectiva de las Ciencias Sociales al estudio de la alimentación una nueva práctica de alimentación debe estar mediada por una suficiente disponibilidad de alimentos, adecuada estabilidad e inocuidad de alimentos, que permita el consumo de alimentos nutritivos y culturalmente aceptables.
Al decir de Martínez (2017): estudiar cualquier aspecto de la producción o consumo de alimentos puede arrojar resultados impecables en términos teóricos, pero difícilmente logrará una comprensión integral y suficiente profundidad en el planteamiento holístico de los problemas, si no se toma en cuenta el bagaje cultural del cual se desprenden". (p. 51).
De esta forma se construyen prácticas configuradas y mediadas por significaciones, hábitos, costumbres, usos, normas valores, saberes, herencia social compartida, significados culturales atribuidos a los alimentos y el empleo de técnicas agrícolas.
Se coincide con Basto (2023) cuando expresa que las prácticas de alimentación familiar son el conjunto de actividades desarrolladas por los individuos en el ámbito doméstico-familiar, para satisfacer las necesidades de alimentación en este marco. Son un tipo específico de práctica social, producto del proceso de interacción que se establece entre los individuos durante el cultivo, la producción, la distribución, la adquisición, selección, almacenamiento, preparación y consumo de sus alimentos.
Las que estructuran hábitos alimentarios, cultura alimentaria de la comunidad. Desde la perspectiva social el sistema de relaciones sociales establece una diversidad de prácticas de alimentación donde emergen variables sociales como el género, la edad, el sexo, nivel educacional, formación cultural de actores sociales, familias, grupos sociales que caracterizarían una práctica de alimentación que contribuye a la salud y educación nutricional de la comunidad. Estas prácticas se estructuran desde los procesos de producción, distribución, fundamentos materiales y simbólicos del consumo alimentario de la comunidad. Por lo tanto, el abordaje teórico-metodológico de la formas y maneras de alimentación de nuestras comunidades para la ciencia cubana es de gran preocupación analítica para la comprensión de las prácticas de alimentación y la seguridad alimentaria a nivel de familias.
Varias son las propuestas realizadas en el país para fomentar la soberanía, la seguridad alimentaria y prácticas de alimentación sanas y sostenibles. Tales como de (González, 2018) Modelo de Gestión de seguridad alimentaria desde el gobierno a escala local. Potencialidades y limitaciones de aprendizaje en el proyecto agroalimentario Desde la Familia de Santana et al., 2022); de Basto (2023) Prácticas de alimentación familiar, vulnerabilidad alimentaria familiar y políticas públicas en La Magdalena, Guamá. Se han desarrollado diversas perspectivas de análisis como la educativa, la económica, la gestión de gobierno, la social, enfoques de salud, y en menor medida la cultural. El presente plan enriquece y contribuye a estos empeños desde la perspectiva comunitaria y un marcado enfoque cultural. A partir de la metodología de la Animación Sociocultural se plantea abordar la agricultura familiar, la disponibilidad, acceso, estabilidad, almacenamiento, selección y consumo de alimentos con un enfoque transformador, innovador y resiliente. Las acciones que se diseñan tienen un carácter educativo en salud nutricional de las familias, didáctico, impulsa el empleo de técnicas agrícolas populares, se valorizan los significados, los modos, saberes agrícolas, alimentarios y culinarios, la herencia cultural, la relación del hombre con la naturaleza, se fomenta la formación de capacidades desde la creatividad comunitaria en las formas de trasmisión de conocimientos científicos, se impulsan desde el conocimiento científico la práctica de hábitos nutricionales saludables en diversos grupos vulnerables. Todo ello incide en la dinamización de la base cultural de la alimentación en la comunidad estudiada. Todo ello en articulación con el desarrollo de la seguridad alimentaria y las políticas de alimentación local.
Los acercamientos a las prácticas agrícolas como práctica cultural posibilitan la elaboración de fundamentos sociológicos de la que emerge un sistema conceptual imprescindible para los abordajes de la alimentación a nivel de familias. De manera general los estudios sobre la alimentación en Cuba y en Santiago de Cuba se han realizado desde los enfoques antropológicos, históricos, económicos, agrícolas, médicos y ambientales. Los temas abordados han sido la producción agrícola, la eficiencia productiva, el encadenamiento productivo, la vulnerabilidad agroalimentaria, estados nutricionales de la población, educación nutricional, sistema alimentario, cultura culinaria, seguridad alimentaria, herencia de la tierra, cambio climático y sus efectos en los sistemas alimentarios.
Por lo que se determinan como principales fundamentos sociológicos de las prácticas culturales de la agricultura familiar configuradoras de la seguridad alimentaria nutricional:
La investigación se llevó a cabo en la comunidad El Once que surge a partir de los años 70 del pasado siglo, como resultado del éxodo de campesinos que provenientes de diferentes zonas de las montañas guamenses, se fueron asentando en las diferentes zonas del poblado Chivirico en busca de mejores condiciones de vida. Esta comunidad limita al sur con la playa de Chivirico perteneciente al Mar Caribe, al norte con la cadena montañosa de la Zarza-Manacal, al este con la comunidad El Marañón y al oeste con la ladera La Calabaza y el río del mismo nombre. La comunidad se encuentra ubicada entre grupos montañosos, con un solo acceso al llano, el sur se comunica con el poblado Chivirico.
Se cuenta con 363 familias para un total de 1467 de ellos 589 son adultos medios, para un 40, 14 %, adultos mayores 98, para un 6, 68 %, 452 jóvenes, para un 30, 8 %, 328 niños, para un 22, 35 %, madres múltiples 22, para un 1,44 %, discapacitados 25 para un 1, 7, jubilado 99, asistenciado 48, para un 3.27, desvinculados 5, para un 0,34 % y 243 amas de casa, para un 16, 56% de población femenina. Abarca la circunscripción # 5, cuenta con 9 CDR, un bloque de la FMC, un núcleo de zona, dos zonas la 92 y 106, una placita, un consultorio médico de la familia. De ellas, todas reciben energía eléctrica por la red nacional.
Acorde a los resultados del cuestionario semiestructurado se revela que solo el 25 % de los agricultores familiares reciben asistencia técnica especializada para la atención a los cultivos. Existe una tienda del Agricultor (GELMA) que posibilita el acceso escaso e inestable a insumos y semillas. El 75% de los encuestados refiere como potencialidad el conocimiento básico de agricultura de los agricultores familiares locales. Asimismo se señalan como principales dificultades para el desarrollo de la agricultura familiar una diversidad de factores ambientales, económicos, sociales como la implementación poco eficiente del paquete tecnológico de la agricultura (aplicación de sistemas de riegos, el acceso a insumos agrícolas, el uso de los fertilizantes, las semillas, etc.), las trabas en los mecanismos de comercialización, las brechas en las etapas de organización, los aseguramientos tecnológicos, los accesos a los financiamientos, la capacitación integral, la baja percepción de riesgo de la población hacia el deficiente acceso a los alimentos.
Como resultado de las entrevistas solo el 20% mencionó que se debe poner énfasis en una proyección estratégica multiactoral, multidimensional y coo-participativa. Sobre el rol de los actores locales en la gestión de la AF el 93,4% coincide en que el gobierno local debe impulsar los programas y ser el ente que direccione y controle el cumplimiento de los objetivos. Se señala la función del sector empresarial en relación a las mejoras de los procesos de contratación y comercialización. Se destaca el papel de La Universidad en la generación e introducción de resultados científicos en el sector agrícola. Así como la necesidad de dinamizar las ciencias sociales y económicas en función de generar herramientas teórico-prácticas para la participación activa de las familias como sujeto del cambio de mentalidad y comportamiento de consumidor a productor.
Las familias y agricultores estudiados revelan la necesidad de implementar acciones de capacitación técnica agrícola, económica, sobre educación agrícola ambiental, factores nutricionales, el patrimonio agrícola culinario, desarrollo tecnológico agroproductivo. Al cierre de 2024 el 89.5% de los entrevistados expresó que se sienten muy satisfechos por los logros productivos obtenidos en sus unidades. Sin embargo, todavía persisten algunas insatisfacciones sobre cuestiones que afectan los rendimientos: el 21.7% señala a la escasez de insumos como primer problema, seguido de un 18.8% que apunta a los precios tanto de semillas como de insumos necesarios para la producción y, en tercer lugar está la falta de atención de las instituciones estatales que atienden la actividad con el 17,4%.

Figura 1. La figura muestra una representación de viandas y hortalizas producidas en el Sistema de la Agricultura Familiar. Comunidad El Once. Municipio Guamá. Santiago de Cuba.
Fuente: Elaboracion Propia. Equipo de Investigación Multidisciplinar CUM Guamá-Universidad de Oriente. Cuba.
A partir de los aspectos analizados no se identifican en el documento la traza de las políticas públicas locales, principales programas, indicadores de medición del desarrollo del municipio, con su diseño de implementación. En entrevista a actores locales se obtiene información sobre la gestión de financiamiento internacional pero no se declaran en la Estrategia de Desarrollo Territorial (EDT). Por lo tanto, como herramienta orientadora no visibiliza los programas asociados a las líneas estratégicas, no identifica los proyectos y las posibles vías de financiamiento. No se incluyen acciones de comunicación a la población y actores municipales, supranacionales y multinivel para los resultados de la evaluación y la actualización. La declaración de la conciliación con los niveles provinciales y nacionales y la complementariedad con otros municipios no se evidencia.
En relación con la etapa de monitoreo y evaluación no se identifican los métodos para el monitoreo sistemático de la ejecución de las acciones. La elaboración de indicadores para la medición del desarrollo del municipio en conexión con el sistema de información estadística municipal puede perfeccionarse al integrar la dimensión cultural, social, ambiental, agroproductiva y educativa en la gestión estratégica del municipio.
Las discontinuidades entre la política social – Plan de Soberanía Alimentaria y educación nutricional- a nivel macro – EDT y acciones de implementación del SAN- y las realidades encontradas en el nivel micro, apunta a rupturas en la instrumentación de la EDT y acciones, políticas de atención a una población que es vulnerable a pesar de que dispone de recursos naturales y prácticas alimentarias de larga data.
Desde este contexto de políticas sociales, los resultados empíricos apuntan a sostener que existen diversas expresiones de vulnerabilidad alimentaria familiar (Basto, 2023.Et.al) que evidencian insuficiencias en las políticas públicas de alimentación, brechas y discontinuidades. Estos son factores que condicionan la relación asimétrica y una ruptura profunda entre el hacer y el ser en el contexto rural El Once. Este espacio demanda de una contextualización de políticas públicas de alimentación que proporcionen una adecuada atención a la vulnerabilidad alimentaria familiar y estructuración de prácticas culturales sanas y adaptadas a la dimensión sociocultural de la alimentación.
Por todos los elementos analizados se evidencia que la EDT del municipio Guamá identifica determinadas características históricas, sociales, políticas, de salud, de riesgos del territorio. Revela la elaboración de acciones que tributan al desarrollo propio de algunos sectores como la agricultura, salud, deporte, energía, transporte, comercio, viales, servicios culturales y sociales, comunicaciones. Carece de estudios diagnósticos participativos, de elaboración de política públicas locales, programas y proyectos, sistema de comunicación a la población y a actores municipales y supranacionales. No está trazada según las indicaciones de la Guía Metodológica para la elaboración de las EDT del Ministerio de economía y planificación de la República de Cuba. Al ser flexibles pueden perfeccionar los enfoques de integralidad, intersectorialidad, participación social, comunicacional, sinergia entre programas, proyectos, líneas estratégicas y el alcance territorial en función de tratar desigualdades sociales.
En el análisis de la Estrategia de desarrollo territorial no se evidencia la construcción de acciones de atención a las políticas públicas de alimentación a escala local y con enfoques micro social. Es evidente la existencia de ataduras económicas y sociales que limitan ostensiblemente los accesos a los alimentos. Constituye un reto el fortalecimiento del papel del Estado en función del beneficio social alimentario a través del Programa para el desarrollo integral de las regiones montañosas (Plan Turquino) y la realidad social a nivel local. Las políticas alimentarias se estructuran de manera articulada y en ellas, el rol de los actores sociales es primordial (Díaz, 2021).
Las prácticas mencionadas evidencian relaciones de vulnerabilidad para la mujer, lo cual no encuentra correlato en el análisis de la política pública. Dicha relación constituye un ejemplo de las asimetrías de la alimentación familiar en El Once, que permite evidenciar la pertinencia de los sistemas categoriales asumidos para el análisis sociológico de la problemática alimentaria local.
Las discontinuidades de las relaciones entre las prácticas culturales de la agricultura familiar, seguridad alimentaria nutricional y políticas públicas de alimentación generan situaciones de vulnerabilidad alimentaria en familias mediadas por el acceso físico y económico, insuficiencias en la disponibilidad y estabilidad de alimentos, la distribución, en el consumo alimentario, métodos singulares en los modos de preparación, dificultades en el almacenamiento para una alimentación suficiente, nutritiva y culturalmente aceptable. En este marco de análisis sociológico se abordan estas relaciones a escala general y en particular a partir de las articulaciones o desarticulaciones que se construyen en el nivel familiar a partir de las relaciones con los sistemas alimentarios locales (SAL).
Discusión
Las prácticas culturales de la agricultura familiar configuradoras de la seguridad alimentaria nutricional en la comunidad El Once, municipio Guamá, están caracterizadas por insuficiencias en el uso del suelo, el agua, escasa dinamización sociofamiliar, insuficiencias en la gestión agroproductiva de gobierno a nivel microsocial, baja disponibilidad de alimentos. Lo que revela la necesidad del diseño y gestión de un plan de acciones para el impulso de la agricultura familiar y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria nutricional, sustentada en la perspectiva social y cultural a corto plazo.
Es visible el desconocimiento de herramientas teórico-metodológicas para la elaboración de diagnósticos socioculturales participativos, proyectos, estrategias, sistemas de acciones, programas comunitarios que impulsen la transformación social, ubicando en el centro del desarrollo, al municipio y a la comunidad. Inexistencia de un Grupo asesor de trabajo comunitario integrado que focalice el nivel de circunscripción y de consejo popular como estructura base de propuestas de desarrollo, dotando a la comunidad de recursos y activos para su sostenibilidad y resiliencia alimentaria. No se identifica la elaboración del diagnóstico comunitario como instrumento esencial para la traza de políticas públicas acorde con las necesidades de alimentación sentidas y percibidas por la las familias y la comunidad. Los elementos identificados condicionan desajustes y asimetrías entre el acceso a las condiciones del consumo de alimentos y las políticas públicas de alimentación.
Cuando se habla de políticas públicas de atención a las prácticas culturales de la agricultura familiar y la seguridad alimentaria nutricional se hace referencia a acciones que den tratamiento a los requerimientos nutricionales de los alimentos, al acceso, la disponibilidad de alimentos, el riesgo al que se enfrentan las poblaciones rurales y la capacidad de respuesta, el adecuado aprovechamiento de la capacidad agrícola y recursos naturales locales. Se alude a la pérdida de hábitos alimentarios, desde los sistemas de producción hasta la comensalidad misma.
De lo anterior se colige que la agricultura familiar es una construcción social, política, económica, y cultural que expresa los estadios de desarrollo de las diversas sociedades. A través de ella se aprehenden y reproducen normas, comportamientos culturales y sociales mediante las cuales los individuos y las familias participan y se incorporan a su dinámica y estructura funcional. Estas prácticas muestran los modos de vida, sentidos, representaciones culturales y significados que el hombre atribuye a los sistemas agrícolas en su relación con la tierra y los recursos agrícolas. Aquí se ubica y se visibiliza el contexto familiar y sus relaciones con el medio social.
Por lo tanto, se señala que la ciencia e innovación social deben ser plataforma de los sistemas alimentarios locales en el fortalecimiento de la soberanía alimentaria territorial y nacional. Al respecto la producción científica sobre alimentación en Cuba a lo largo de su evolución refleja un carácter multidisciplinario y su abordaje se realiza a partir de perspectivas críticas. Cabe destacar que la política social de alimentación en Cuba se actualiza a partir del Plan SAN. Lo que conduce a la articulación de la Estrategia de Desarrollo Territorial como el instrumento esencial para implementar las acciones que impulsen la producción de alimentos.
El gran desafío para el Estado cubano es hacer, por tanto, uso de sus instrumentos políticos y sus recursos naturales para movilizar las capacidades de los actores sociales y económicos en función de atender la seguridad alimentaria nutricional. La integración entre las formas de propiedad estatal y no estatal, el fomento de la producción agrícola y la disminución de la importación de alimentos son factores esenciales para la dinamización de la alimentación familiar. Las políticas de soberanía alimentaria y seguridad alimentaria no han logrado organizar el espacio rural con autonomía, eficiencia para obtener una producción que elimine la dependencia alimentaria.
CONCLUSIONES
El autofinanciamiento de la actividad agrícola, la introducción de avances tecnológicos a corto plazo, el fortalecimiento de la relación del hombre con la naturaleza, la implementación de acciones multiactorales para disminuir los procesos de desruralización, el impulso de la instrumentación de programas socioproductivos multidisciplinares y transdisciplinares con marcado enfoque social, económico, nutricional, multietario, inclusivo, ambiental y cultural pueden incidir positivamente en la disminución de las brechas y desigualdades en el acceso a los alimentos a nivel de familias.
Las prácticas de culturales de la agricultura familiar configuradoras de la seguridad alimentaria nutricional constituyen un fenómeno integral que si bien cubre una necesidad biológica, no todos los grupos humanos la lleva a cabo del mismo modo. Los estudios sobre el tema, coinciden en señalar que la agricultura familiar es multidimensional y está determinada por una diversidad de factores sociales, culturales, ambientales, políticos y económicos.
El espacio rural analizado como centro de la producción agropecuaria es escenario de grandes asimetrías con respecto a las zonas urbanas, expresadas, entre otros aspectos, en carencias de servicios, limitadas inversiones y oportunidades de empleo, así como en los niveles de vulnerabilidad social de sus habitantes, que presentan en esas regiones sus manifestaciones más notables.
La realidad social se complementa en su multidimensionalidad. Precisar los aportes en lo cultural es enfatizar la perspectiva etnográfica de análisis. Asumir la agricultura como una práctica cultural es entenderla como un proceso de aplicación de técnicas agrícolas, métodos de cultivo, de manejo integral de la tierra, de saberes compartidos en los que la herencia cultural estructura los modos, hábitos, costumbres sistematizadas en el tiempo para el desarrollo de la actividad agrícola. De este modo este acercamiento sociológico se fundamenta sobre la base de la relación del hombre con la propia la tierra, con el agua, con los recursos agrarios, las maneras y modos de cultivo, en una construcción de la herencia cultural agrícola. Aquí se ubica la necesidad de trabajar la sensibilización de familias y productores con el tema de la construcción de la seguridad alimentaria a nivel de familias. A partir de una perspectiva de transformación social de la realidad alimentaria actual. Donde la comprensión social de la realidad se construya a partir de la percepción del riesgo alimentario al que se enfrentan las familias.
La comunidad estudiada demanda de aportes en el orden social que se ubican en diversas dimensiones. Entre ellas; el fortalecimiento de la dimensión agrícola en la creación y fortalecimiento de patios productivos, donde el sistema de relaciones y el tejido social se fortalezca con el trabajo agrícola de hombres y mujeres. Las Ferias Comerciales pudiesen favorecer el desarrollo de la dimensión económica en la generación de ingresos de las familias productoras, la creación de empleos en puntos de venta de la agricultura familiar abarataría los precios de los alimentos al ser cultivados en la propia comunidad, acortar los mecanismos y medios de transportación de los alimentos. Se prevé una mejora en el acceso, la disponibilidad, la estabilidad y el consumo de los alimentos frescos, sanos, nutritivos, por tanto se contribuye a elevar la calidad de vida de las familias del Once.
Referencias bibliográficas
Basto Estrada, V. (2021). Gobernanza local y vulnerabilidad social, luces en tiempos grises de pandemia: reflexiones socio antropológicas en Santiago de Cuba. En Efectos del coronavirus, acercamientos plurales desde la Sociología (p. 200- 212). Friedrich Ebert.
Basto Estrada, V. (2022). Mirada socioantropológica de las prácticas de alimentación familiar en La Magdalena, municipio Guamá. Revista Santiago, (Número Especial 75 Aniversario), 196-206.
Basto Estrada, V. (2023). Prácticas de alimentación familiar, vulnerabilidad alimentaria familiar y políticas públicas de alimentación en La Magdalena, municipio Guamá. [Tesis de doctorado. Universidad de Oriente].
Cardoso, J., Martínez, T. A. y Expósito, G. E. (2016). La realidad angolana desde la vulnerabilidad social: experiencias en comunas rurales en Belas. Revista Santiago, (141).
CEPAL. (2024). Seguridad alimentaria y nutricional en Centroamérica y la República Dominicana: Explorando los retos con una perspectiva sistémica. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. https://repositorio.cepal.org/handle/11362/42588
Díaz Méndez, C. y García Espejo, I. (2021). El malestar con la alimentación. Trea.
Domínguez Ruiz, Y. y Guzmán, O. (2019). Algunos apuntes teóricos para la comprensión sociológica de la seguridad alimentaria familiar. Santiago, (149), 403-417.
Domínguez Ruiz, Y. y Soler Nariño, O. (2021). Seguridad alimentaria familiar, políticas públicas e integración social: escenarios económicos, sociales y simbólicos en tiempos de Covid-19. En Coordinador, Efectos del Coronavirus. Acercamientos plurales desde la Sociología (pp. 96-112). Ruth Casa Editorial -Friedrich Ebert.
Domínguez Ruiz, Y. (2022). Seguridad alimentaria familiar: apuntes sociológicos para lograr sistemas alimentarios locales inclusivos, municipio Santiago de Cuba. Revista Universidad y Sociedad, 14(2), 446-457.
Domínguez Ruiz, Y. (2024). Seguridad alimentaria familiar como sistema de integración social en el municipio Santiago de Cuba. [Tesis de doctorado. Universidad de Oriente].
Díaz-Canel, M. M., Núnez Jover, J. y Torres Paez, C. C. (2020). Ciencia e innovación como pilar de la gestión de gobierno: un camino hacia los sistemas alimentarios locales. Cooperativismo y Desarrollo, 8(3), 367-387.
Estrategia de Desarrollo Municipal Guamá. (2023). Asamblea Municipal del Poder Popular.
FAO, IICA, CEPAL, PMA. (2024). Financiamiento para la seguridad alimentaria y la nutrición en América Latina y el Caribe. Santiago de Chile. Hhtp://doi.org/10.4060/cd0527es
FAO. (2020). Diagnóstico de Seguridad Alimentaria y Nutricional-Análisis del contexto de la SAN para contribuir a mejorar la asignación de recursos, la inversión y las capacidades en la toma de decisiones en relación con la SAN, por parte del Gobierno, la UE, la FAO y otros socios del desarrollo. La Habana.
Giménez, G. y González, G. (2023). Avistamientos interdisciplinarios sobre alimentación, cultura, poder y sociedad. Plural Editores.
Ministerio de la Agricultura. (2020). Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional.
Martínez, A. y Expósito, E. (2017). Vulnerabilidad cultural y grupos vulnerables. En Vulnerabilidad e Inclusión social: miradas encontradas (pp. 38). Editorial Española.
MEP. (2020). Política para impulsar el desarrollo territorial. Ministerio de Economía y Planificación. https://www.mep.gob.cu/sites/default/files/Documentos/POLITICA%20PARA%20IMPULSAR%20EL%20DESARROLLO%20TERRITORIAL.pdf
Torres Paez,C. C., González, M., Ramírez, J. F. y Marín, L. G. (2022). Articulación del plan de soberanía alimentaria con las estrategias de desarrollo. Cooperativismo y Desarrollo, 10(1), 129-144.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Declaración de responsabilidad de autoría
Los autores del manuscrito señalado, DECLARAMOS que hemos contribuido directamente a su contenido intelectual, así como a la génesis y análisis de sus datos; por lo cual, estamos en condiciones de hacernos públicamente responsable de él y aceptamos que sus nombres figuren en la lista de autores en el orden indicado. Además, hemos cumplido los requisitos éticos de la publicación mencionada, habiendo consultado la Declaración de Ética y mala praxis en la publicación.
Dr.C. Vivian Basto Estrada, MsC. Ana Niovis Aguilera Vázquez, MsC. Yaritza Bistel Manzano y MsC. Yoanna Barrientos Camacho: Proceso de revisión de literatura y redacción del artículo.