Maestro y Sociedad e-ISSN 1815-4867
Volumen 21 Número 4 Año 2024
Artículo original
El Capitalismo de libre mercado y la demolición de la sociedad
Free market capitalism and the demolition of society
O Capitalismo de livre mercado e a demolição da sociedade
Rubén Ibarra Escobedo, https://orcid.org/0000-0002-9924-5490
Universidad Autónoma de Zacatecas, México
*Autor para correspondencia. email ribarra@uaz.edu.mx
Para citar este artículo: Ibarra Escobedo, R. (2024). El Capitalismo de libre mercado y la demolición de la sociedad. Maestro y Sociedad, 21(4), 2055-2064. https://maestroysociedad.uo.edu.cu
RESUMEN
Introducción: El trabajo nos introduce en la interacción entre mercado y demolición de la sociedad en los marcos del capitalismo, llevando a una crisis permanente de existencia. Objetivo: describir qué es el capitalismo y sus consecuencias en la sociedad actual para proponer conjeturas sobre el mercado y las crisis en la actualidad. Materiales y métodos: La investigación se realiza con una metodología cualitativa. Se utilizan métodos teóricos como la hermenéutica y análisis cualitativo de documentos. Resultados y discusión: Desde el pensamiento social crítico, se destruye la narrativa que el capitalismo, como «economía de mercado», «libre mercado», «libre empresa», hace de sí mismo y se muestra el verdadero rostro que corresponde al «capitalismo realmente existente». Se muestra el capitalismo realmente existente viendo, al respecto las opiniones de Marx y Wallerstein para destacar que el capitalismo histórico es un sistema patentemente absurdo. Se acumula capital a fin de acumular más capital. Los capitalistas son como ratones en una rueda, que corren cada vez más deprisa a fin de correr aún más deprisa. En el proceso, sin duda, algunas personas viven bien, pero otras viven en la miseria; y ¿cómo de bien, y durante cuánto tiempo, viven los que viven bien?» (Wallerstein, 2014: 34). En fin, tras décadas de capitalismo neoliberal y de predominio del mercado, la humanidad ha visto aumentados sus padecimientos, gracias a la subordinación al mercado. Conclusiones: Existen las condiciones para resolver todos los problemas que aquejan severamente a la humanidad. Hambre, pobreza, enfermedades prevenibles, destrucción de la naturaleza, inseguridad, pueden ser superadas; pero existe un obstáculo: el mercado. Por ello no será en los paraísos artificiales donde se cambie el rumbo para bien de la humanidad. En fin, la superación de los problemas vendrá de la capacidad e inteligencia de la humanidad para organizarse colectivamente…pero, si tiene razón Manfred Max-Neef, cuando dice que la característica exclusiva, lo que distingue a los humanos de los demás animales, es la estupidez; entonces no hay esperanza. Y, no le falta razón, hasta la llegada del capitalismo ninguna sociedad había sido tan estúpida como para poner su vida en manos del mercado.
Palabras clave: capitalismo, mercado, demolición de la sociedad.
Abstract
Introduction: This work introduces us to the interaction between the market and the demolition of society within the framework of capitalism, leading to a permanent crisis of existence. Objective: To describe what capitalism is and its consequences in today's society in order to propose conjectures about the market and crises today. Materials and Methods: The research is carried out with a qualitative methodology. Theoretical methods such as hermeneutics and qualitative document analysis are used. Results and Discussion: From critical social thought, the narrative that capitalism, as a "market economy", "free market", "free enterprise", makes of itself is destroyed and the true face that corresponds to "really existing capitalism" is shown. Really existing capitalism is shown by looking at the opinions of Marx and Wallerstein to highlight that historical capitalism is a blatantly absurd system. Capital is accumulated in order to accumulate more capital. Capitalists are like rats in a wheel, running faster and faster in order to run even faster. In the process, undoubtedly, some people live well, but others live in misery; and how well, and for how long, do those who live well live? (Wallerstein, 2014: 34). In short, after decades of neoliberal capitalism and market dominance, humanity has seen its suffering increase, thanks to subordination to the market. Conclusions: The conditions exist to solve all the problems that severely afflict humanity. Hunger, poverty, preventable diseases, destruction of nature, insecurity, can be overcome; but there is an obstacle: the market. Therefore, the change of course for the benefit of humanity will not occur in artificial paradises. In short, overcoming the problems will come from humanity's capacity and intelligence to organize itself collectively... but, if Manfred Max-Neef is right when he says that the exclusive characteristic, what distinguishes humans from other animals, is stupidity; then there is no hope. And, he is not wrong, until the arrival of capitalism no society had been so stupid as to put its life in the hands of the market.
Keywords: capitalism, market, demolition of society.
Resumo
Introdução: O trabalho nos introduz à interação entre mercado e demolição da sociedade nos marcos do capitalismo, levando a uma crise permanente de existência. Objetivo: Descrever o que é o capitalismo e suas consequências na sociedade atual para propor conjecturas sobre o mercado e as crises na atualidade. Materiais e Métodos: A pesquisa é realizada com uma metodologia qualitativa. São utilizados métodos teóricos como a hermenêutica e análise qualitativa de documentos. Resultados e Discussão: A partir do pensamento social crítico, destrói-se a narrativa que o capitalismo, como “economia de mercado”, “livre mercado”, “livre empresa”, faz de si mesmo e se mostra o verdadeiro rosto que corresponde ao “capitalismo realmente existente”. Mostra-se o capitalismo realmente existente vendo, a respeito, as opiniões de Marx e Wallerstein para destacar que o capitalismo histórico é um sistema patentemente absurdo. Acumula-se capital a fim de acumular mais capital. Os capitalistas são como ratos em uma roda, que correm cada vez mais depressa a fim de correr ainda mais depressa. No processo, sem dúvida, algumas pessoas vivem bem, mas outras vivem na miséria; e como de bem, e por quanto tempo, vivem os que vivem bem? (Wallerstein, 2014: 34). Em suma, após décadas de capitalismo neoliberal e de predomínio do mercado, a humanidade viu aumentados seus sofrimentos, graças à subordinação ao mercado. Conclusões: Existem as condições para resolver todos os problemas que afligem severamente a humanidade. Fome, pobreza, doenças preveníveis, destruição da natureza, insegurança, podem ser superadas; mas existe um obstáculo: o mercado. Por isso não será nos paraísos artificiais onde se mudará o rumo para o bem da humanidade. Em suma, a superação dos problemas virá da capacidade e inteligência da humanidade para se organizar coletivamente... mas, se Manfred Max-Neef estiver certo quando diz que a característica exclusiva, o que distingue os humanos dos demais animais, é a estupidez; então não há esperança. E, não lhe falta razão, até a chegada do capitalismo nenhuma sociedade havia sido tão estúpida como para colocar sua vida nas mãos do mercado.
Palavras-chave: capitalismo, mercado, demolição da sociedade.
Recibido: 9/7/2024 Aprobado: 24/9/2024
Introducción
Las alarmas se han encendido, nuevamente, «Estamos al borde del abismo y actuando en el sentido equivocado; el mundo nunca ha estado tan amenazado» son las palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, que sostuvo que «enfrentamos la cascada de crisis más grande de nuestras vidas» por la confluencia del cambio climático, la pandemia, así como las amenazas a la paz y a los derechos humanos. Para superar la crisis urge un nuevo contrato social, decía el secretario en 2022. En 2023 el tono de la ONU, a través de su secretario, era todavía más dramático: Al permitir el avance de la crisis climática, «La humanidad abrió las puertas al infierno». Si lo característico de las puertas del infierno fuese solamente el calor, sin duda, la humanidad se encuentra a la entrada; la ola de calor dejo casi 62 mil personas muertas en Europa en 2022. ¿Cuál será la cifra en 2023, año que ha sido catalogado como el más caluroso desde que se establecieron los registros mundiales?
Sin embargo, pese a la gravedad que hoy representa el cambio climático, no es la única amenaza que enfrenta el mundo y la vida. Por otra parte, aunque estos discursos parecen ser contundentes, no van a su causa; en periódicos, revistas, informes y discursos oficiales de lo que no se habla, lo que se olvida siempre, es que el origen, que la causa última de esta crisis y las demás, se encuentra en el sistema capitalista y la civilización construida bajo su égida.
Tampoco se dice que el capitalismo, es un sistema moribundo y sin futuro, que siguiendo la misma trayectoria de un proceso cuya principal preocupación es la de generar grandes beneficios para unos cuantos, no hay esperanza para los humanos; no necesariamente para el fenómeno biológico en su conjunto, porque bacterias y microorganismos pueden sobrevivir, mientras que los humanos sobrevivirían a condición de convertirse en batracios (Horkheimer y Adorno, 2016).
Es impostergable tratar de entender qué es el capitalismo y por qué ha provocado la crisis civilizatoria. Los hombres, normalmente, no se cuestionan por qué actúan como actúan, pero, evidentemente, existen factores que condicionan su acción. Atrás de las decisiones que parecen libres está el capitalismo. El capitalismo determina lo que hacen los hombres. Karl Marx dejo dicho que «No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia material lo que determina su conciencia» (Marx, 2008:5). Luego, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, condicionará el comportamiento humano a partir del subconsciente, el contexto social y la ideología. Atxe (2020:8-11) resume brevemente el papel del capitalismo en la vida de hombres y mujeres, cuando escribe:
El capitalismo determina nuestras vidas, tanto en el presente…como en el futuro…
Conforma nuestras creencias y moldea nuestros pensamientos…derrumba principios, individuales y colectivos, y construye dogmas globales…
Acelera nuestras vidas y ralentiza nuestras neuronas…transforma nuestro entorno y altera nuestros cuerpos…
Nos enferma… y nos alivia.
Nos domina y nos hace creer que lo dominamos.
Lo sabe todo sobre nosotros… Pero… ¿Y nosotros sobre él?
Qué sabemos sobre el capitalismo cuando los tiempos actuales son tiempos del capitalismo; por ello del capitalismo hay que hablar. «HABLA DE CAPITALISMO», escribe Jorge Riechmann (2012:59). Añade, «Está muy bien que releamos a Thoreau y a Aldo Leopold, a Richard Sylvan y a Holmes Rolston, a Ton Regan y Robin Attfield. Pero de esa tradición suele estar conspicuamente ausente un factor esencial: el capitalismo» (Riechmann, 2012: 89-90). Hablar de capitalismo, particularmente porque el capitalismo no se presenta tal cual, y su origen ha sido convenientemente disfrazado.
MATERIALES Y MÉTODOS
Esta investigación tuvo como objetivo demostrar que el desarrollo del libre mercado en el capitalismo condujo a través de la historia a la demolición de la sociedad con consecuencias inesperadas en el desarrollo de países y regiones. Para ello se utilizó el método hermenéutico que sirvió para interpretar diferentes textos que dan cuenta sobre la evolución destructiva del capitalismo para conjeturar sobre las perspectivas actuales ante el mercado y las crisis existentes en el mundo actual.
RESULTADOS
Capitalismo y mercado
¿Por qué desde el pensamiento económico ortodoxo no se llama al capitalismo por su nombre y por qué se prefiere hablar de «economía de mercado»?
En algunas películas, un gran actor, Germán Robles, se presentaba como el Conde Duval. El conde Duval que evitaba su identidad, en realidad era un Vampiro; ¿era por vergüenza que evitaba presentarse como lo que realmente era? Al capitalismo sí, como señaló Bertolt Brecht, le avergüenza su nombre. Ahora que entre Vampiro y capitalismo hay diferencias. El vampiro, por principio de cuentas, era una invención del cine de terror de otros tiempos, segundo, solamente «exprimía» la sangre de los humanos y no se metía con la naturaleza. En cambio, el capitalismo es «realmente existente», y no se conforma con su existencia, a la explotación de los seres humanos añade el expolio de todos los recursos naturales, y esto se da a todas horas del día, porque el capitalismo está dispuesto destruirla naturaleza y la sociedad antes de morir (Piqueras, 2017). Igual que los vampiros, el capitalismo se niega a morir. De ahí aquella frase atribuida, bien a Fredric Jameson, bien a SlavojZizek, que señala: «es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo» (Fisher, 2016: 22)
Pues bien, como al sistema le incomoda su nombre, en lugar de hablar de capitalismo se habla de «economía de mercado» y, más todavía, de «libre mercado» y, luego, se elabora un conjunto de planteamientos idílicos en los que se llega a afirmar la naturalidad del mismo, y, como hacía el Premio Nobel de Economía 1995, Robert Lucas, a plantear que las crisis son cosa del pasado . Cierto, Robert Lucas lo decía en 2003, unos años después la realidad mostraría crudamente su desatino. En un resumen muy breve, como lo hace Robert McChesney (2015:65), se afirma que:
El capitalismo es una sociedad en la que los individuos se juntan libremente en el mercado para comprar y vender productos, incluida su fuerza de trabajo. Es un intercambio libre; no hay coacción. Los mercados garantizan que la oferta y la demanda determinen los precios, cosa que refleja con precisión el valor de los productos. Las empresas surgen para abastecer mejor la demanda del mercado con sus productos, y los beneficios son la recompensa que obtienen las empresas que consiguen satisfacer esa demanda. La competencia por los beneficios entre las empresas garantiza la producción más eficiente, que la economía genere productos y servicios que la gente quiere realmente y promueve la innovación tecnológica; de ahí que el nivel de vida crezca continuamente. Los que se hacen ricos se lo merecen, porque se han ganado su fortuna en el mercado; los que son pobres tienen el incentivo de producir más para el mercado para hacerse ricos ellos también. Su destino económico está en sus manos, porque se trata de una sociedad libre»
Esta es una bella imagen que aunque se repite groseramente no es real, pero cumple con su propósito. Porque se llega a una situación en que el control o regulación de los sujetos no tiene necesariamente que darse de modo externo, sino que los sujetos se regulan a sí mismos, llegando a creer en la naturalidad de un sistema que es histórico y que los explota.
Las investigaciones en el campo de las ciencias sociales indican que «las personas están más dispuestas a creer lo que han oído antes» (McChesney, 2015, p. 65). El lenguaje produce efectos más allá del significado. «Las palabras son como minúsculas dosis de veneno que pueden tragarse sin darse uno cuenta…luego, al poco tiempo, se manifiesta la reacción tóxica» (Romano, 2007, p. 12). El autor de El cero y el infinito, Arthur Köestler, escribió: «El hombre es tan propenso al efecto hipnótico de los lemas como a las enfermedades contagiosas» (Romano, 2007, p. 12).
Sucede, en el capitalismo que las clases dominantes no únicamente imponen su ideología, imponen también su leguaje. A través de los autodenominados expertos en economía ortodoxa imponen su análisis y, hacen creer, como escribe Samir Amin (2003: 249): «que sus análisis, y las conclusiones que ellos obtienen, se imponen porque son “científicas”, por tanto, objetivas, neutrales e insoslayables. Esto no es cierto. La llamada economía “pura” en la que basan sus análisis los expertos de la economía convencional no trata de la realidad, sino de un sistema imaginario que no sólo no constituye una aproximación a la realidad, sino que se sitúa francamente en sus antípodas. El capitalismo realmente existente es otra cosa». Siguiendo a este autor, el capitalismo es contrario al mercado, porque, mientras el primero, hace referencia al monopolio de la propiedad privada, incluso al oligopolio, en su afán por excluir a otros del proceso productivo; el mercado, por el contrario, hace alusión a la competencia; la competencia, bajo el capitalismo, es el medio que permite expulsar a ciertos capitalistas que no logran mantener los ritmos de producción dentro del proceso acumulación: en el capitalismo, la competencia destruye y lleva a la concentración y centralización del capital. La competencia funciona con una lógica criminal, la mejor descripción viene de Roberto Saviano (2022:128), que escribe: «la lógica del empresariado criminal, el pensamiento de los boss coincide con el neoliberalismo más radical. Las reglas dictadas, las reglas impuestas, son las de los negocios, el beneficio, la victoria sobre cualquier competidor. El resto es igual a cero. El resto no existe. Estar en situación de decidir sobre la vida y la muerte de todos, al promocionar un producto, de monopolizar un segmento de mercado, de invertir en sectores de vanguardia…» Adicionalmente, tal como han señalado tanto Fernand Braudel como Immanuel Wallerstein, el mercado tiene una existencia mucho más remota que el capitalismo.
De acuerdo con las consideraciones planteadas, es una exigencia, desde el pensamiento social crítico, destruir la narrativa que el capitalismo, como «economía de mercado», «libre mercado», «libre empresa», hace de sí mismo y mostrar el verdadero rostro que corresponde al «capitalismo realmente existente».
El capitalismo realmente existente
Dice Honoré de Balzac (2021) en Ilusiones perdidas que frente a la historia oficial, una historia llena de mentiras, hay otra, la historia verdadera, una historia llena de vergüenza. Cuando se estudia la historia verdadera, se entiende parte de la vergüenza que tiene el capitalismo de su origen. En el capítulo XXIV, La llamada acumulación originaria de El Capital, Karl Marx escribe: «Si el dinero, como dice Augier “viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla”, el capitallo hace chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza» (Marx, 1977: 950). Más adelante agrega, «la expropiación de los productores directos se lleva a cabo con el vandalismo más despiadado y bajo el impulso de las pasiones más infames, sucias y mezquinamente odiosas» (Marx, 1977: 952).
Karl Marx destruye la narrativa que presenta los orígenes del capitalismo como una fábula del pasado y que desembocan en «niñerías» cuando se pretende defender la propiedad y la riqueza. Escribe Karl Marx (1977:891-892):
En tiempos muy remotos había, por un lado, una elite diligente, y por el otro una pandilla de vagos y holgazanes. Ocurrió así que los primeros acumularon riqueza y los últimos terminaron por no tener nada que vender excepto su pellejo. Y de este pecado original arranca la pobreza de la gran masa -que aun hoy, pese a todo su trabajo, no tiene nada que vender salvo sus propias personas- y la riqueza de unos pocos, que crece continuamente aunque sus poseedores hayan dejado de trabajar hace mucho tiempo.
Es decir, conforme a lo que escribe Karl Marx, la acumulación originaria, ese proceso que arrebata al productor directo sus medios de producción, no es un proceso idílico, paradisiaco, como se pretende. El origen del capitalismo se explica a partir del robo, acompañado de violencia y homicidio y, desde luego, de conquista y saqueo, particularmente al buscar extender el sistema al mundo entero. Testigo de ello, los diferentes continentes como escribe Karl Marx (1977: 939): «El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para la caza comercial de pieles negras, caracterizan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos constituyen factores fundamentales de la acumulación originaria».
La América Latina inaugura, el 12 de octubre de 1492, un «orden natural» contrario al funcionamiento de la naturaleza, el «descubrimiento» da inicio a la explotación y saqueo de naturaleza y hombres, un drama que no ha culminado. En Guatemala, en 1992, la Iglesia Católica pide perdón al pueblo maya por la destrucción de 500 años. Pide perdón al pueblo maya y a su religión, una religión que veía en la naturaleza una manifestación de Dios. Mientras tanto, el Vaticano celebra la llegada de la fe y con ella la invasión a una tierra de infieles, que significa la condena de los indios, que es justificada porque son indios. Que merecían la esclavitud o la hoguera por creer que la naturaleza era sagrada: «Adorando a la naturaleza, los paganos practicaban la idolatria y ofendían a Dios. ¿Ofendían a Dios, o más bien ofendían al capitalismo naciente? De aquel entonces proviene la identificación de la propiedad privada con la libertad: la libertad de exprimir el mundo como fuente de ganancia y objeto de consumo… cinco siglos después, el planeta es tierra arrasada» (Galeano, 2023: 29).
El bandidaje permea todo acto de acumulación primitiva de capital, a la par del exterminio de la población autóctona del Nuevo Mundo, la corona española e inglesa ponen en práctica empresas de piratería organizadas en forma de sociedades por acciones, como indica Ernest Mandel (1976: 99-100).
He aquí un par de ejemplos que pretenden ilustrar el espíritu cristiano que determina el comportamiento del conquistador español; el primero hace alusión a Pedro de Alvarado, a quien los aztecas llamaban Tonatiuh. Detrás de la barba dorada y los ojos azules de aquel hombre, que se convertiría en gobernador de Guatemala, se escondía una mente psicópata. La referencia se toma de Miguel de León-Portilla (2007). El pasaje, según narra el autor, viene de un documento conocido como Títulos de la Casa Ixquin Nehabid, Señora del Territorio de Otzoyá, cuya redacción se ubica en el siglo XVI. Trata sobre una batalla entre el príncipe Tecum Umán y el referido Pedro de Alvarado (León-Portilla, 2007: 101-103).
El catálogo de horrores de Pedro de Alvarado Tonatiuh, el Adelantado, llegado en 1510 al Nuevo Mundo, terminó cuando murió en 1541, ironías del destino, embestido por un caballo en estampida. Uno de los más depurados caballeros españoles dejó atrás tres décadas de desgracias infligidas a los nativos originarios del continente.
Un segundo caso que ejemplifica con claridad la extracción de metales preciosos de la América tiene que ver, en principio, con Francisco Pizarro y la conquista de Perú, del imperio inca que comprendía no solamente lo que hoy es este país, también Bolivia, Ecuador, gran parte de Chile y Argentina.
Francisco Pizarro era hijo ilegítimo, iletrado, pésimo jinete, pero conquistador tenaz. A estas «virtudes» habría que agregar que no era hombre de palabra como lo demostró ante Atahualpa. Según Domingo de Soria Luce, acompañante de Francisco Pizarro durante la conquista, describe que Atahualpa, el gobernante del imperio inca, hecho prisionero ofreció llenar una habitación de oro a cambio de su libertad (Wassermann, 2015: 66-67).
Para los incas, el oro y la plata no tenían valor monetario alguno; su uso era estético e iconográfico. El oro era el sudor del sol, las lágrimas de la luna venía siendo la plata. Así que, la estancia se fue llenando como escribe Ronald Wright (1994:107). «La cantidad reunida era inmensa: alrededor de siete toneladas de oro y trece toneladas de plata. A un precio de 400 dólares por onza, sólo el oro valdría cerca de 65 millones de dólares. Aunque esto no expresa su verdadero valor en la época; ningún rey europeo tenía a su disposición semejante suma» (Bernard y Gruzinski, 1996: 422).
La explotación de metales preciosos, oro y plata, fue y ha sido la constante en el caso de México, no solamente durante la Colonia. Las mayores minas son propiedad de extranjeros. De acuerdo con las estadísticas del Instituto Nacional de Geografía e Informática, durante la primera década del siglo XXI, con los gobiernos neoliberales panistas, las mineras, mexicanas y extranjeras, extrajeron el doble de oro y la mitad de la plata del que extrajo la Corona española en 300 años (entre 1521 y 1821). Con Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa como presidentes del país, los corporativos obtuvieron 380 toneladas de oro y 28, 274 toneladas de plata. En los siglos citados fueron 182 toneladas y 53,500 toneladas respectivamente. Lo que han recibido los mexicanos se reduce a contaminación, despojo y expulsión de sus poblados y depredación.
En aquellos espacios donde las mineras encuentran la materia prima que satisface, siempre en una mínima parte, su apetito voraz de ganancia, parece que el tiempo no ha pasado; el sonido de las cadenas que ataban sus cuellos en la época de la esclavitud y el soterramiento en las entrañas de la tierra sigue escuchándose. No ha existido el tiempo para enterrar en el olvido el trauma de la conquista. Escribe Harald Welzer (2010:9):
La despiadada brutalidad con la que los países de industrialización temprana buscaron por entonces saciar su hambre de materias primas, tierras y poder, una brutalidad que dejó su marca en los continentes, ya no puede leerse a partir de las condiciones actuales de los países occidentales. El recuerdo de la explotación, la esclavitud y el exterminio cayó víctima de una amnesia democrática, como si los estados occidentales hubiesen sido siempre como lo son ahora, a pesar de que tanto su riqueza como la superioridad de su poder se construyeron sobre la base de una historia sangrienta.
Es posible que los países occidentales practiquen la desmemoria, no sucede lo mismo en los continentes que los encumbraron en la riqueza y poder, continentes a los que siguen explotando. La enorme deuda ecológica de los países ricos respecto de los pobres sigue aumentando, hasta ahora no se ha abonado nada para saldar esa deuda.
Para resumir brevemente lo que se ha dicho en este apartado, siempre hay que tener en cuenta que la palabra capitalismo se deriva de capital. En la medida que la propiedad del capital se concentra en una clase social, la clase capitalista o burguesía, que así tiene el poder para adquirir fuerza de trabajo asalariada, cuya finalidad es la explotación de ésta, obtener una plusvalía o ganancia, esencia del sistema, y con ello la acumulación. En ese sentido, el capital designa un tipo de relación social en que impera la explotación con vistas a la acumulación. En palabras de Immanuel Wallerstein (2014):
Lo que distingue al sistema social histórico que llamamos capitalismo histórico es que en este sistema histórico el capital pasó a ser usado (invertido) de una forma muy especial. Pasó a ser usado con el objetivo o intento primordial de su autoexpansión…en el proceso de producción intervenían otras consideraciones. Pero la cuestión es: en caso de conflicto, ¿qué consideraciones tendían a prevalecer? Siempre que, con el tiempo, fuera la acumulación de capital la que regularmente predominará sobre otros objetivos alternativos, tenemos razones para decir que estamos ante un sistema capitalista.
En el proceso de producción que sirve como medio para obtener plusvalor, la relación entre el capitalista y el obrero nunca puede ser de igualdad, como señala Karl Marx (1976:214):
Al dejar atrás esa esfera de la circulación simple o del intercambio de mercancías, en la cual el librecambista vulgarisabreva las ideas, los conceptos y la medida con que juzga la sociedad del capital y del trabajo asalariado, se transforma en cierta medida, según parece, la fisonomía de nuestras dramatispersonae(personajes). El otrora poseedor de dinero abre la marcha como capitalista; el poseedor de fuerza de trabajo lo sigue como su obrero; el uno, significativamente, sonríe con ínfulas y avanza impetuoso; el otro lo hace con recelo, reluctante, como el que ha llevado al mercado su propio pellejo y no puede esperar sino una cosa: que se lo curtan.
Immanuel Wallerstein insiste acerca del carácter histórico del capitalismo, limitado por el tiempo y el espacio, ubica su génesis en Europa hacia finales del siglo XIV, para extenderse al mundo entero cubrirlo a fines del siglo XIX; luego definirá y hará una caracterización contundente de lo que representa el capitalismo: «Lejos de ser un sistema “natural”, como algunos apologistas han tratado de mantener, el capitalismo histórico es un sistema patentemente absurdo. Se acumula capital a fin de acumular más capital. Los capitalistas son como ratones en una rueda, que corren cada vez más deprisa a fin de correr aún más deprisa. En el proceso, sin duda, algunas personas viven bien, pero otras viven en la miseria; y ¿cómo de bien, y durante cuánto tiempo, viven los que viven bien?» (Wallerstein, 2014: 34).
Luego vino la Revolución industrial en la que, las máquinas molieron, como un «molino satánico», a los hombres en masas. Hoy, tras décadas de capitalismo neoliberal y de predominio del mercado, la humanidad ha visto aumentados sus padecimientos.
Discusión
La subordinación al mercado
Karl Polanyi publicó su obra principal en 1944, La gran transformación, en ella explicó el ascenso y luego la decadencia de la economía de mercado. Sitúa este periodo entre 1830 y 1930, cien años. Para él la etapa en que se intentó imponer el mercado libre genero múltiples tensiones sociales y económicas, terminaría desencadenando la crisis de los años 1930 y la posterior reacción estatista.
Pero, Karl Polanyi proporciona también una adecuada descripción de lo que debe entenderse por sistema de mercado, y la economía de mercado:
La transformación implica un cambio en la motivación de la acción por parte de los miembros de la sociedad: la motivación de la subsistencia debe ser sustituida por la motivación de la ganancia. Todas las transacciones se convierten en transacciones monetarias, y éstas requieren a su vez la introducción de un medio de cambio en cada articulación de la vida industrial. Todos los ingresos deben derivar de la venta de algo a otros, y cualquiera que sea la fuente efectiva del ingreso de una persona deberá considerarse como el resultado de una venta. Nada menos está implicado en el simple término de «sistema de mercado», con el que designamos el patrón institucional descrito. Pero la peculiaridad más sorprendente del sistema reside en el hecho de que, una vez establecido, debe permitirse que funcione sin interferencia externa. Los beneficios ya no están garantizados, y el comerciante debe obtener sus beneficios en el mercado. Debe permitirse que los precios se regulen solos. Tal sistema de mercados autorregulados es lo que entendemos por una economía de mercado (Polanyi, 2012: 90).
La propuesta de uno de los precursores más activos del neoliberalismo ha sido puesta en práctica en los distintos países con toda naturalidad, coincidiendo con la descripción que proporciona Karl Polanyi. Escribe Friedrich August von Hayek (1995:248): «Fue la sumisión de los hombres a las fuerzas impersonales del mercado lo que en el pasado hizo posible el desarrollo de una civilización que de otra forma no se habría alcanzado. Sometiéndonos así, hemos contribuido día tras día a construir algo que es más grande de lo que cualquiera de nosotros puede comprender plenamente». De qué civilización lograda está hablando este economista, cuál es el sentido de grandeza de la misma.
Los problemas que aquejan a la humanidad nacen con el capitalismo y se acentúan con la nueva lógica neoliberal basada en el laissez faire. Los mal llamados libres mercados está arrasando con todo a su paso, simplemente han tomado el papel que tuvo en su momento la invasión y coloniaje. Es cierto que gran parte de lo hoy parece «natural» data de la década de 1980 (Judt, 2014), pero solamente en la medida en que se ha magnificado el culto a la privatización y el menosprecio por lo público, porque se ha acentuado la obsesión enfermiza por la creación de riqueza, por una obscena concentración de la misma y la idolatría que se profesa al mercado autorregulado.
El sometimiento de la humanidad al mercado ha sido pleno. Las llamadas fuerzas del mercado deciden sobre la vida de las personas, son ellas las que determinan sus vidas, moldean su conducta y hacer prevalecer sus derechos sobre la de la humanidad. Más grave todavía, si puede serlo: «al elevar el mercado a la categoría de una guía espiritual autónomo y sobrehumano durante los últimos 30 años, nos hemos preparado potencialmente a nosotros mismos para aceptar el sometimiento al control de las máquinas en el momento en que este llegue durante los próximos cien años» (Mason, 2020: 15). Por lo pronto, a tono con lo que señala Atxe, los dispositivos inteligentes se han convertido en la puerta de entrada que permite a las grandes empresas, es decir el capital y el capitalismo, y también el Gobierno, ejercer control sobre los seres humanos: saben lo que hacen, también lo que piensan, influyen en su comportamiento, estimulan y orientan su consumo. En tanto que, como humanos, «libres», no tienen ni el derecho de saber lo que ocurre (Mason, 2020).
La técnica es hoy el medio ambiente del hombre, el hombre se ha situado no en el medio natural, sino en un medio artificial como gusta decir a Jacques Ellul. Con toda razón se puede afirmar que:
el mundo en que hoy vivimos y que se encuentra por encima de nosotros, es un mundo técnico, hasta el punto de que ya no nos está permitido decir que, en nuestra situación histórica, se da entre otras cosas también la técnica, sino que más bien tenemos que decir que, ahora, la historia se juega en la situación del mundo denominada “técnica” y , por tanto, la técnica se ha convertido en la actualidad en el sujeto de la historia, con la que nosotros sólo somos aún «co-históricos» (Anders, 2011:13).
Ningún momento de la historia ha presenciado el drama que hoy vive la población en su inmensa mayoría, la pobreza persiste y se incrementa a pesar de la vehemencia en los discursos de gobernantes y organismos internacionales; a pesar de las leyes del mercado, más de 1,000 millones de personas padecen hambre.
El reciente Informe de OXFAM (2023), establece con claridad el fracaso del sistema económico y plantea, quizás ello no sea suficiente, aumentar la presión fiscal sobre los ricos, y evitar la proliferación de multimillonarios. Una idea que ya había planteado Thomas Piketty. Idea que ha sido cuestionada por David Harvey y otros economistas críticos. Pero, veamos lo que dice el Informe de Oxfam, apenas en enero pasado:
La mera existencia de milmillonarios que acumulan cada vez más riqueza y beneficios récord, mientras que la mayoría de la población se enfrenta a la austeridad, al aumento de la pobreza y a la crisis del coste de la vida, deja al descubierto el fracaso de un sistema económico que no responde a las necesidades del conjunto de la humanidad. Durante demasiado tiempo, los Gobiernos, las instituciones financieras internacionales y las élites han engañado al mundo con la teoría económica «del goteo» de la riqueza, que defiende que una presión fiscal baja y unos elevados beneficios para unos pocos acabarán por enriquecernos al resto.
Esta teoría económica del goteo (trickle-downeconomics) forman parte de las ideas zombie que aun caminan sobre nosotros (Quiggin, 2010; Krugman, 2020). El «Trickledowneconomics», término utilizado en Estados Unidos para referirse, en sentido peyorativo, a las políticas económicas que sostienen que, beneficiando a los miembros más ricos de la sociedad, en particular mediante la eliminación de impuestos, su riqueza «goteara» hacia abajo, hacia las capas más bajas de la sociedad.Supuestamente un empresario con un alto nivel de ingreso se sentirá más cómodo llevando a cabo iniciativas económicas si no se le cobra impuestos altos. La mejor descripción de esta idea la ha hecho John Kenneth Galbraith, uno de los grandes economistas del siglo XX, en un discurso ante el Harvard Club, de Toronto, en 1994, cuando dice: El engaño teórico del laissez-faire en economía –es decir, la proposición de que si permitimos que los caballos se coman toda la avena, no dejarán de cagar alguna semilla para los gorriones. Ese engaño teórico ha sido ensayado muchas veces y ha fracasado otras tantas, dejando una estela de ruina y desorden social.
Un informe que realizó la Federación Europea de Organizaciones que Trabajan con las Personas sin Hogar (FEANTSA) y la Fundación AbbéPierre, publicado en septiembre de 2023, destaca: el número de personas sin hogar en Europa se incrementó en un 30 por ciento entre 2018 y 2023. El informe considera que éste es un problema crecientemente estructural,que al menos 895,000 personas carecen de hogar. El aumento durante esos cinco años es considerable, pero palidece si se compara con el incremento de 70 por ciento en los diez años previos al 2018, precisamente los años de la gran crisis capitalista. Adicionalmente se indica que, de acuerdo con los resultados, de los 27 miembros de la Unión Europea solamente en 3 se ha logrado un descenso ligero del número de personas que duermen en la calle: Finlandia, Dinamarca y Austria. La reducción se ha dado ahí donde los Estados decidieron actuar a través de políticas específicas para atacar el problema.
En los restantes 24 países, las personas duermen en la calle a la espera del auxilio de las leyes del mercado, que éste les resuelva el desafío social que representa la carencia de un hogar en el mundo desarrollado.
CONCLUSIONES
De acuerdo con la sabiduría popular, no hay mal que dure cien años. Para Karl Polanyi el intento de instaurar un mercado libre abarca de 1830 a 1930. Ese intento fracasó estrepitosamente y dio origen a la crisis más severa del siglo XX, después de la posguerra el mundo parecía otro, se crearon ciertas instituciones para promover la seguridad de la población, se habló de un Estado de bienestar y de lucha contra la pobreza. El Estado jugó un papel protagónico en ese proceso. Todo eso desapareció sustituido por el laissez faire, el liberalismo, ahora bajo el nombre de neoliberalismo, regresó con más violencia, en un contexto en el cual había dejado de existir una ideología rival la que durante esa etapa contuvo la avidez capitalista explotadora y el capitalismo tuvo que ceder a las presiones de un movimiento obrero organizado.
Hoy es casi seguro, que la vuelta al libre mercado no alcanzará los cien años del primer intento; de no ponerse fin al libre mercado, el planeta con seguridad explotará antes, producto de la devastación generada por la búsqueda de ganancia que como lo previo Karl Marx ha ido en picada desde los años 1970. Los otros factores que anuncian el fin de la civilización capitalista son, sin duda, el cambio climático, la contaminación, las guerras por los recursos naturales que ya están presentes, las pandemias.
La humanidad no puede seguir como hasta ahora, no puede seguir permitiendo que el Norte opulento desperdicie mientras el Sur muere de hambre; no puede dejarse la conducción del destino de la humanidad en manos de corporaciones transnacionales que nadie ha elegido; es preciso diseñar un mundo diferente, con instituciones que permitan acabar con el hambre y la pobreza.
Existen las condiciones para resolver todos los problemas que aquejan severamente a la humanidad. Hambre, pobreza, enfermedades prevenibles, destrucción de la naturaleza, inseguridad, pueden ser superadas; pero existe un obstáculo: el mercado. Por ello no será en los paraísos artificiales donde se cambie el rumbo para bien de la humanidad.
La superación de los problemas vendrá de la capacidad e inteligencia de la humanidad para organizarse colectivamente…pero, si tiene razón Manfred Max-Neef, cuando dice que la característica exclusiva, lo que distingue a los humanos de los demás animales, es la estupidez; entonces no hay esperanza. Y, no le falta razón, hasta la llegada del capitalismo ninguna sociedad había sido tan estúpida como para poner su vida en manos del mercado;.
Karl Polanyi lo advirtió al señalar que dejar en manos del mercado el destino de los seres humanos y la naturaleza, la sociedad y su entorno serían demolidas.
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Conflicto de intereses
El autor declara no tener ningún conflicto de intereses.
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