Maestro y Sociedad e-ISSN 1815-4867
Número Especial Año 2023
Artículo original
Generaciones escalares: una propuesta metodológica para enfrentar el cambio climático
Scalar generations: a methodological proposal to confront climate change
Dr. C. Yansy Sánchez Fernández*, https://orcid.org/0000-0001-9477-9649
Lic. Disney Aldeide Cala Arce, https://orcid.org/0009-0006-7334-0331
Universidad de Oriente, Cuba
*Autor para correspondencia. email: yansyok@gmail.com
Para citar este artículo: Sánchez Fernández, Y. & Cala Arce, D. A. (2023). Generaciones escalares: una propuesta metodológica para enfrentar el cambio climático. Maestro y Sociedad, (Número Especial), 116-124. https://maestroysociedad.uo.edu.cu
RESUMEN
El presente trabajo propone una explicación de las relaciones sociales que conllevan al cambio climático a partir del concepto generación y de este a escala planetaria. Pretende suplir, en parte, las limitaciones del objeto de las llamadas ciencias duras para un acercamiento a las prácticas sociales del hombre como agente geológico. Con este fin se apoya para su explicación en un conjunto de teorías sobre generaciones que permiten describir el fenómeno desde el punto de vista social y su impacto en el planeta. Así mismo se llega a la conclusión de que el concepto generaciones escalares permite ajustarse, en aras de una explicación efectiva, a las dimensiones del cambio climático.
Palabras clave: cambio climático; crisis climática; generaciones; generaciones escalares.
ABSTRACT
The present work proposes an explanation of the social relations that lead to climate change based on the generation concept and this on a planetary scale. It aims to compensate, in part, for the limitations of the object of the so-called hard sciences for an approach to the social practices of man as a geological agent. To this end, its explanation is based on a set of theories about generations that allow the phenomenon to be described from a social point of view and its impact on the planet. Likewise, the conclusion is reached that the concept of scalar generations allows us to adjust, for the sake of an effective explanation, to the dimensions of climate change.
Keywords: climate change; climate crisis; generations; scalar generations.
Recibido: 5/6/2023 Aprobado: 20/8/2023
Introducción
Como se sabe, el problema del calentamiento global no tiene sus orígenes en el siglo XXI, tampoco en el siglo XX. Explica Andreas Malm que sus orígenes se remontan a la Revolución Industrial, que posibilitó con el consumo de combustibles fósiles un crecimiento persistente, continuo y autosostenido. Esto desató un proceso de subjetivación a través del cual el hombre comenzó a construir el uso del combustible fósil como la base de sus formaciones sociales. Las causas, entonces del calentamiento global comienzan ahí, en la naturalización del uso de este tipo de economía que está “basada en un consumo cada vez mayor de combustibles fósiles y que por lo tanto genera un crecimiento constante de las emisiones de dióxido de carbono”. (Malm, 2020)
Los discursos que generan la subjetivación de la necesidad de este tipo de economía imponen una hegemonía que no es percibida como obligación, aun cuando tienen como resultado la desigualdad, el poder, el dominio e incluso la violencia. Estos construyen, como explica Roy Wagner, una cultura que media a los individuos y a la cual responden con automatismo, porque la cultura en que uno crece se da por supuesta (Wagner, 2019). Todas esas prácticas cotidianas que sustentan que sustentan estas formas de consumo necesitan hacerse reflexivas, sensibles, a través de una contracultura, una cultura de cambio.
No obstante, más que preguntarse si el modelo de vida de las culturas tribales sería una alternativa para contrarrestar la crisis climática, se debería inquirir sobre la posibilidad de las sociedades modernas de reestructurarse hasta volver a establecer un diálogo de respeto con la naturaleza. Debe considerarse que el camino hacia esa reestructuración comienza desde el punto en que se intenta adoptar o rechazar determinadas prácticas cotidianas, pues frente a esas decisiones, se está luchando contra principios arraigados en la sociedad (Brand y Wissen, 2020)
Se está luchando, además, contra un proceso de naturalización del consumo que se construye, como ya se ha dicho, desde la Revolución Industrial y hoy tiene dimensiones y consecuencias a escala planetaria. El individuo, que favorece verlo a la manera de Edmond Cros, es decir, como un sujeto cultural, responde a una colectividad, a una construcción que determina ideales, gustos, decisiones. (Cros, 2003)
El sujeto cultural se determina con respecto al cambio climático en la medida en que esté transversalizado por las ideologías del consumo. Y estas ideas, como explicó Malm (2020), crecen de generación en generación. De esta manera la distinción del consumo es susceptible de ser estudiada desde los órdenes generacionales.
Desde las Ciencias Sociales hay, cuando menos, la posibilidad de explicar la violencia que genera los modos de consumo. Explicarla incluso de manera diferenciada, en función del grado de naturalización que las generaciones hayan construido culturalmente. En probidad, Rymond Williams explica que “ninguna generación habla exactamente el mismo idioma que sus predecesores” (Williams, 1988, 154-155). De manera tangencial Malm (2020) llama la atención en cuanto a este asunto cuando explica que los orígenes del calentamiento global merecen una atención no como fenómeno de la naturaleza, sino que hay que rastrearlos en el hombre. En ello radica la problemática de este trabajo, así como la propuesta que se presenta.
Atendiendo a que son los hombres los causantes del calentamiento global, las explicaciones al respecto que enfocan el fenómeno de la naturaleza, necesitan una complementarse desde las Ciencias Sociales y las Humanidades. En ese sentido estas tienen mucho que aportar para explicar los entramados sociales que propician la crisis climática en aras de mantener la esperanza de, al menos, retrasar el proceso. A pesar de que existe un amplio corpus de textos que desde las ciencias sociales sugieren que los efectos de la crisis climática se acrecientan de generación en generación a partir de las agencias del hombre, no se conocen textos que se hayan detenido a explicarlo considerando la pertinencia del término. En ese sentido este trabajo propone un enfoque novedoso para el acercamiento a estas problemáticas.
A tenor de ello, la orientación de este trabajo pondera la necesidad de explicar a partir del concepto ‘generación’ la dimensión escalar de las agencias del hombre en las problemáticas del calentamiento global y de la crisis climática.
Materiales y métodos
El concepto de ‘generación’ constituye brecha epistemológica para proponer una explicación e intervenir en estos procesos de la crisis climática. Si bien su empleo emerge desde los inicios de la civilización y es relativo a los pueblos que se establecieron en Mesopotamia y el Próximo Oriente, es preciso destacar que ha evolucionado en diferentes epistemes que sería necesario especificarlos aquí para objetivar el problema de la crisis climática desde la perspectiva que se pretende defender.
Ténganse en cuenta entre ellos:
En ese orden estas perspectivas sobre el concepto generación se expresan en:
Resultados
Formas de consumo
Prexistencia del consumo
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el proceso de naturalización del consumo de combustibles fósiles se acrecienta de generación en generación. Malm lo explica aludiendo a la situación de una persona cuando nace en una economía fósil preexistente (Malm, 2020). El recién nacido se encuentra ya con una realidad que lo supera, unos modos de consumo que entiende como normal, aunque esta sea la causante de la destrucción del planeta.
Estos recién nacidos representan potencialmente, al decir de Manneheim (1993), los nuevos portadores de cultura con una nueva modalidad de acceso al ámbito social y al contenido de este. Sin embargo, lo que sucede es que en la irrupción de nuevos hombres, la nueva elección que estos deben hacer en función de olvidar y replanteare, mantiene como útil, y más que esto, se plantea como una mayor necesidad de conquista, escalas superiores en esta economía fósil.
En sentido parecido Brand y Wissen aluden al término supraindividual (2020). Con ello se refieren a la construcción que determina ideales, gustos, decisiones, y propicia una anulación de la violencia que se ejerce con sus formas de consumo (Brand y Wissen, 2020). Atendiendo a lo supraindividual como concepto, es posible explicarlo desde Bourdieu, aludiendo a la construcción de un habitus en tanto: sistema de disposiciones perdurables y transponibles. (Corcuff, 1998).
Esta condición propicia una disposición específica de percibir, sentir, hacer y pensar, que son las estructuras sociales de nuestra subjetividad. Formas que son perdurables en tanto ofrecen resistencia al cambio y su transponibles por la tendencia hacia otras esferas de la existencia. El habitus comprende lo supraindividual en tanto es la forma en que las estructuras sociales se graban en nuestra mente y nuestro cuerpo. Asociado a las formas de consumo no permite que se perciba las consecuencias que estas le devuelven al planeta.
Pudiera referirse, a manera de ejemplo, a las alternativas que recurren los nativos digitales con respecto a sus padres, los inmigrantes. El uso de la tecnología sería para aquellos su única alternativa. Responden como nuevos portadores de cultura, restringiendo las alternativas digitales como única modalidad de acceso al ámbito social y su contenido. La alternativa de los padres, su sistema analógico, queda demodé, a la luz de las nuevas prácticas.
Tanto para Mannheim como para Bourdieu, como para cualquier teoría generacional una nueva generación implica cambios, no por los nuevos nacimientos solamente, sino por las nuevas formas de acercarse al contenido social. Sin embargo, puede decirse que en lo que respecta a las formas de consumo que el transito generacional no existe, o sencillamente, si existiera, debe considerárselo en su cambio continuo a escalas mayores de consumo.
Si a este recién nacido se lo viera entonces como un tipo generacional a escala planetaria, una clase de biografía, su tipo tendrá el consumo tecnológico incorporado de forma naturalizada, y así, pudiera hablarse también de consecuencias en la misma escala.
Lo peor de las consecuencias a nivel planetario es que se acumulan para desencadenarse en las generaciones siguientes (Malm, 2020). El disfrute por el consumo de hoy restringirá el cerco a las generaciones futuras. Surgen, en consecuencia, interrogantes: ¿Qué se necesita para que los agentes del cambio climático hoy sean agentes que reviertan el proceso? ¿De cuánto tiempo disponen las próximas generaciones para intervenir en el cambio?
Modo de vida imperial: su reproducibilidad
A pesar de que se asocian las causas a la llamada normalidad capitalista, en ello, se está cuestionando más que un sistema, lo conocido como modo de vida imperial. Este relaciona la cotidianidad de las personas con las estructuras sociales, lo cual genera un modo específico de consumo. Este redunda sobre normas “de producción, distribución y de consumo en relación con las estructuras y prácticas políticas, económicas y culturales en la cotidianidad de la población del Norte global y cada vez más también de los países emergentes del Sur global”. (Brand y Wissen, 2020)
El modo de vida imperial en realidad trasciende los conceptos del Norte Global y de los países emergentes del Sur Global, porque recurre a una subjetivación de la calidad de vida. Es decir, responde a una ideología sustentada en la economía fósil. Así como las ideologías no están restringidas a una clase social (Marx y Engels como se citó en Lamo de Espinosa, 1994), los intereses del modo de vida imperial generan percepciones y prejuicios que luego se imponen hasta los países más tercermundistas.
Las ideologías mueven cada año miles y miles de personas desde el tercer mundo en busca de mayores formas de acceso a bienes y servicios, formas de consumos superiores. Entonces la problemática del modo de vida imperial no se debe restringir para su estudio a un espacio determinado. Es necesario considerar más bien la subjetivación a escala planetaria de estas formas crecientes de consumo. El condicionamiento a ellas de la calidad de vida y, peor aún, la reproductividad de estas nociones.
Malm, en su focalización de la problemática del cambio climático a partir del concepto generación, sugiere el concepto de reproducibilidad. Explica que cada generación tiene “un perverso incentivo para ‘cargar el muerto’ a la siguiente, que a su vez se beneficia de su propio consumo de combustibles fósiles al tiempo que elude el sufrimiento que acarrea, y así sucesivamente en un círculo vicioso de imposición de daños” (Malm, 2020).
Al leer la problemática a partir del concepto de generación se logra diseccionarlo a partir de un conjunto de proposiciones que pueden expresarse de la siguiente manera:
Teniendo en cuenta el daño que trae consigo para las próximas generaciones las formas crecientes de consumo de combustible fósiles, resta saber si ello sucede como proceso consciente o inconsciente. Se explica que, con la salida de una generación se produce en la siguiente el llamado “recuerdo”; con él las vivencias y experiencias pasadas adquieren una disponibilidad para su realización actual y es entonces que se hacen relevantes.
Mannheim (1993) define dos formas de recuerdo: la modalidad consciente (recuerdos por los que uno se orienta) y la modalidad inconsciente (“comprimida”, solo “intensiva” y “virtualmente” presente, pues lo tradicional está asimilado en las nuevas situaciones). Esta última es la más frecuente, porque aquellas formas del recuerdo social que poseen reflexivamente el pasado son menos relevantes, indican que se han vuelto cuestionables por las transformaciones del contexto histórico social.
La importancia de atender a la modalidad de estos tipos de recuerdo ayuda a sostener una premisa: solo si las formas de consumo de combustibles fósiles se vuelven cuestionables para las nuevas generaciones existirá en ellas una conciencia de las transformaciones del contexto histórico social, es decir, una conciencia de la crisis climática. Sin embargo, la naturalización del fenómeno que destaca Rob Nixon, explicada a partir del término: “violencia lenta”, sugiere inconsciencia del daño que acarrean las formas de consumo (Nixon como se citó en Malm, 2020). Nixon sostiene su idea argumentando que es un tipo distinto de violencia, es decir: “no rápida, sino a cámara lenta; no instantánea, sino gradual; no cuerpo a cuerpo, sino que se desarrolla a lo largo de enormes periodos de tiempo por medio de los ecosistemas”, (Nixon como se citó en Malm, 2020). Por esta causa es más difícil intervenirla.
Brand y Wissen también destacan un sentido de inconsciencia en el consumo. La justifican con formas de vida preexistentes que responden a un contexto social que las naturaliza. En consonancia con la teoría de las generaciones estos autores expresan que “las acciones y decisiones se pueden entender como actos de ‘comprensión e ‘incomprensión, como actos conscientes que abarcan una gran cantidad de condiciones inconscientes. (Brand y Wissen, 2020)
Definitivamente el “circulo vicioso” del que habla Malm está asociado a las formas de recuerdo social inconsciente. Justamente, que se hagan relevantes a escala global puede ser un primer paso para la salida de la crisis climática. Ello implicaría “romper con la normalidad capitalista”. (Malm, 2020)
El modo de consumo responde, en consecuencia, a la estructura subjetiva que se construye a partir del entramado social. Este, en tanto afecta de forma diferente a las generaciones coexistentes, generará en ellas prácticas sociales que dialogan de modo distinto con ese modo de vida imperial. Siendo las más contemporáneas, más comprometidas, por cuanto han nacido bajo esa racionalidad cotidiana que convierte aquello en algo natural.
En ello radica su valor central en relación al cambio climático, y una de las formas en que las ciencias sociales y las humanidades pueden intervenir en el fenómeno. Se tiene en el concepto generación no solo una forma de certificar el tránsito de una colectividad por la historia, sino también de entender junto con este la producción de una nueva clase de individuos, que se concreta, a partir de una nueva modalidad de acceso, al capital cultural acumulado.
Es preciso destacar también sobre las formas de consumo que los conceptos de generación y clase social son comunes en cuanto al tipo de conexión con la estructura social. Las diferencias estriban en que el primer caso responde a un modo de vida y pensamiento. En el segundo a las condiciones socioeconómicas. Ambos responden según Mannheim (1993) a una tendencia inherente a la posición ocupada dentro de la sociedad que los limita dentro de cualquier acontecer social a una forma específica de vivencia, pensamiento y acción, desde la cual comienzan a producirse y reproducirse las prácticas sociales.
El modo de vida imperial que relaciona de igual forma la cotidianidad de las personas con las estructuras sociales genera prácticas, modos de consumo que también pueden verse, en tanto mediado por estructuras sociales, como tendencia inherente a una posición. En ese sentido el modo de vida imperial tiene una lectura generacional y otra socioclasista.
Si bien, como explican Brand y Wissen (2020), las clases dominantes ejercen una función hegemónica en la capacidad de “imponer” intereses y cosmovisiones sobre las clases subalternas, estas tendrán en las nuevas generaciones sus portadores de cultura. Gracias a los procesos de subjetivación y globalización la función hegemónica no será restrictiva de una clase o generación específicas.
La perspectiva es relevante para el concepto nueva generación a partir de sus formas de recuerdo social, pues la acumulación cultural que no le crea conflicto la asimilará de forma inconsciente (Mannheim, 1993). Como explican Brand y Wissen la posibilidad de que este dominio hegemónico no sea cuestionado responde a que se tomen en cuenta los deseos y anhelos de la parte dominada, porque así las ideas de la dominación se vuelven parte de su identidad (Brand y Wissen, 2020) Con los nuevos portadores de cultura las ideas de la dominación no necesitarían volverse parte de su identidad, sino que constituirían su identidad misma por cuanto es una condición prexistente que se asimila de manera inconsciente.
La nueva generación como nativa en una cultura hegemónica, considera y asimila, cada vez con mayor naturalidad aquellos intereses y cosmovisiones que generaciones precedentes asumirían bajo mayor tensión. Esta perspectiva permite explicar desde las ciencias sociales las formas de crecientes de consumo en las nuevas generaciones. Siguiendo a Brand y Wissen que ponderan “la idea de que una estructura social contradictoria como la capitalista sólo se puede reproducir cuando está arraigada en las prácticas cotidianas” (Brand y Wissen, 2020), consideramos cómo la globalización gatilla a escala planetaria la subjetivación de dichas prácticas.
A partir de este modelo globalizado de las generaciones ha sido posible caracterizar, por ejemplo, a los Millenials, nacidos entre el 1980 y 2004, por el uso de la tecnología como parte integral de su estilo de vida. Destacan en su afinidad por el mundo digital como uno de sus aspectos más significativos.
Ellos han crecido con “el internet, los teléfonos inteligentes, acelerados avances tecnológicos, las redes sociales y, con estas, la información al instante. [También muestran] desapego a cualquier afiliación política, así como a las instituciones como la iglesia”. (Díaz-Sarmiento et al., 2017, p. 198). Esta lógica de los Millenials se naturaliza más en la generación cronológicamente posterior (Centennial o generación Z), la cual asumiría una presencia más protagónica en sus formas de consumo.
El Antropoceno
El modo de vida imperial y sus consecuentes formas de consumo creciente en los que se emplea combustibles fósiles ha llevado irremediablemente a un cambio climático cuya agencia principal ha estado determinada por hombre. De ahí que este se considere como un agente geológico, y la crítica al respecto haya propuesto identificar, con el nombre de Antropoceno, la nueva era geológica en la que la actividad humana ha actuado como modificadora sobre la tierra y la atmósfera a nivel global.
La acción del hombre sobre el medio ambiente se ha visto reforzada en las prácticas corporativas y en la cultura tecnológica. Parikka ofrece cifras que lo corroboran cuando explica que “en promedio, un ciudadano del siglo XXI usa diez veces más minerales que uno del siglo XX [y destaca que], en un solo Iphone hay unos 75 elementos: dos tercios de la tabla periódica” (Parikka, 2021, p. 16). Además, precisa que “los chips de computadora están constituidos por 60 elementos diferentes”. (Parikka, 2021, p. 28)
El fenómeno, observado en el paso del tiempo, o mejor, en el transcurso de generaciones que cuantifica este paso del tiempo es ilustrado especificando que: Las estadísticas de 2013 de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) describen la existencia de más de 2.37 toneladas de productos electrónicos, listos para que se gestione su “resurrección”, lo que representó “un aumento de más del 120 por ciento en comparación con 1999”. (Parikka, 2021, p. 48)
Estos datos del uso creciente de los recursos naturales refuerzan la necesidad de una lectura generacional de la problemática. Si bien cada generación muestra una actividad geológica y medioambiental creciente, las causas pueden ser rastreadas a través del lente de Bourdieu . (1998), en la actualización de la estructura de las sociedades como generadoras de generaciones. Véase que el dato geológico suscribe la atención sobre el asunto. Según Stoppani,
Ahora la antigua tierra desaparece bajo las reliquias del hombre o de su industria. Ya podemos contabilizar una serie de estratos, donde se puede leer la historia de las generaciones humanas, como antes se podía leer la historia de las faunas antiguas en el fondo acumulado de los mares. (Stoppani como se citó en Parikka, 2021, p. 17)
Al respecto vale añadir que no se ha llegado a este punto de forma instantánea; pues, aunque hemos sido siempre agentes geológicos, las formas de consumo que comenzaron a dispararse a partir de la Revolución Industrial han provocado cambios a escala planetaria. Ello sostiene la idea de que hasta hoy se han sucedido varias generaciones de construcción de una cultura del consumo y la explotación de los recursos naturales. Justamente en esto radica la noción de Antropoceno, que “es un constructo de relaciones sociales y tecnológicas, así como de realidades ambientales y ecológicas. (Parikka, 2021, 42)
El proceso para ralentizar del caos climático no será tampoco instantáneo, salvo por fuerza mayor. Se especifica por fuerza mayor otra catástrofe con las dimensiones del COVID-19, donde, por ejemplo, “el cierre en China de industrias y comercios disminuyó de manera abrupta la emisión de dióxido de carbono, a la vez que se planteó de manera forzosa la posibilidad de otra forma de vida, más allá del sufrimiento del trabajo y el frenesí del consumo”. (Chuang, 2020, p. 8)
Junto al consenso de descartar este tipo de catástrofe, hay que considerar descartar también la imposición de las políticas como forma de solución. Ya lo habían dicho Brand y Wissen, “el concepto de modo de vida imperial espera demasiado de las políticas estatales e intergobernamentales con respecto a una transformación profunda de las relaciones sociales con la naturaleza”. (Brand y Wissen, 2020, p. 86). Especifican estos autores que las relaciones sociales con la naturaleza no pueden ser superadas solo con las políticas estatales. A ello hay que añadir, como sugiere Chakrabarty, que pugnan contra ellas los intereses de los gobiernos y el coste político. (Chakrabarty, 2020, p. 11)
La solución, si es que no fuera muy ambiciosa la palabra, además de erigir políticas, está en comenzar a construir una contracultura del consumo, es decir, deconstruir el Antropoceno. Entregar a las próximas generaciones una nueva concepción de la vida basada en el respeto a la naturaleza. Esa construcción, quizás utópica, solo puede irse asentando gradualmente en las sucesiones generacionales. No menos utópicas y tal vez más desalentadoras son las narrativas que surgen a propósito del Antropoceno en la cual se pretende construir la idea de “el buen Antropoceno”. Siguiendo esta línea, la respuesta ante la inmediata solución contra el cambio climático propone soluciones escapistas. La primera, plantea Zylinska (2022), se apoya en un escape hacia otro planeta; la segunda, mejorar, a remedo de un programa de computación, la versión actual de los humanos para enfrentar el cambio climático.
Malcom Ferdinan en otro ámbito propone la teoría del Arca de Noé. La tierra según James Lovelock es una entidad viviente capaz de autorregularse para preservar la condiciones ambientales físicas y químicas óptimas que garanticen la vida en el planeta, esto permitirá que los humanos y no humanos vaguen por el espacio hasta que hasta que la tierra se autorregule (Ferdinand, 2019, p. 99)
La postura parte de evitar la victimización humana y conciliar los daños causados al planeta en un discurso “en el que los humanos puedan estar orgullosos de sus logros en lugar de perder demasiado el sueño por los efectos secundarios.” (Ellis como se citó en Zylinska, 2022, p. 5). El desafío propone, para mantener la idea del progreso a costa de la creciente explotación de combustibles fósiles y sus consecuencias, sustituir el discurso de Dios por el de un Homo deus. En síntesis, se propone avanzar hacia el interior caos con la esperanza de encontrar después de él, la calma.
Aun para esta tarea se necesita construir una cultura, instalar la misma en sus nuevos portadores, es decir, las nuevas generaciones. No obstante, la perspectiva “escapista” no parece ser una alternativa, sino más bien, la única solución que quedaría al hombre luego de rechazar (o no poder construir) la idea de la contracultura o nuevas formas de consumo. El mismo Stephen Hawking, físico teórico, había anunciado la necesidad de las nuevas generaciones (de astronautas) para construir en ellos la cultura escapista: “Necesitamos una nueva generación de exploradores que se aventuren hacia nuestro sistema solar y más allá” (Hawking como se citó en Zylinska, 2022). Otra alternativa no estará en manos del hombre, si es que alguna de las anteriores la estuviera. Habría que esperar, como también se sugirió antes, a una fuerza mayor.
Discusión
El fenómeno escalar de las generaciones
El análisis a nivel escalar de las generaciones en esta problemática, se ha venido subrayando desde los inicios de este artículo, se concluye que es preciso elevar para la discusión la situación generacional a dimensiones escalares. Los estudios sobre las generaciones realizados a escala nacional (Estados Unidos) por Strauss–Howe han resultado aplicables a muchos de los países del primer mundo, considerando indicadores que tansversalizan y cohesionan a las personas contemporáneas nacidas en las diferentes latitudes.
Cuando hablamos de Antropoceno se está subrayando el papel central de la humanidad en la geología y en la ecología. Este concepto debe explicarse, como apunta Clark, desde una escala que incluya todo el planeta (Clark, 2019, p. 19). Explicar la problemática del cambio climático desde la escala personal, que considera el círculo inmediato de familiares y amigos en un lapso de tiempo de varios años o, por el contrario, desde la escala nacional, teniendo en cuenta solo sus habitantes y parecido lapso de tiempo, no se ajusta a las dimensiones del fenómeno. La explicación merece una escala que implique toda la tierra y como sugiere el propio Clark “colocar Elephant en medio de un periodo de seiscientos años”. (Clark, 2019, p. 34)
Se ha apuntado anteriormente que estas predisposiciones se observan también en los países del Sur Global, y no solo en los más emergentes. La razón está en que lo que cohesiona a una generación de escala global está sustentado en un Ethos Epocal o (Espíritu de tiempo, según Mannheim), considerando el consumo y la subjetivación del consumo en un mundo globalizado. Julius Petersen fue más preciso incluso cuando advertía, ya desde 1946, el efecto de la globalización sobre las generaciones: “la unificación de las comunidades y el acortamiento de las distancias (…) refuerzan cada vez más, al sofocar las particularidades regionales que resisten a la formación de una generación universal, la comunidad de destino y de paso parejo del desarrollo…”. (Petersen, 1946 [1930], 192). Apoyado en estos criterios y el texto de Clark: “Escala. Perturbaciones escalares”, parece correcto sostener el criterio de las generaciones escalares para explicar este tipo de fenómeno.
“A nivel mundial, los dos eventos principales de los últimos tres siglos han sido la explotación industrial de los combustibles fósiles y la sustitución de la biota local a favor de especies rentables importadas: [entre otras] ganado, trigo, ovejas, maíz”. (Clark, 2019, p. 34). En ese sentido la propuesta del término generaciones escalares constituye una brecha epistemológica para satisfacer la explicación del uso en crescendo de estas divisas en función con el desarrollo de las sociedades, considerando en ello que cada generación construye desde sí misma una entelequia propia: la expresión de la unidad de la meta íntima, un nativo sentimiento de la vida y del mundo, un destino colectivo. (Pinder como se citó en Mannehim, 1993)
Como bien explica Chakrabarty “solo podemos llegar a ser agentes geológicos histórica y colectivamente” (Chakrabarty, 2020, p. 20), porque solo así el consumo antropocénico adquiere cifras significativas para considerar su impacto en el planeta. La colectividad de los consumos globales, transversalizada por diferentes factores epocales manifiesta su distinción en las generaciones escalares. Este concepto, sustentado en la teoría de las generaciones llevado a una escala planetaria, es piedra angular para explicar las variaciones en las construcciones del Antropoceno y su tendencia ascendente, a pesar de las políticas.
Conclusiones
La explicación del cambio climático a partir del concepto generación permite explicar la construcción social del hombre como agente geológico, así como el carácter de reproducibilidad de sus prácticas, accediendo de esta manera a las causas de estas. El acercamiento a la problemática del cambio climático a partir de las teorías de las generaciones revela formas de relaciones sociales a través de las cuales se pudiera intervenir para ralentizar el fenómeno de crisis. Los conceptos de nuevos portadores de cultura, nueva modalidad de acceso, habitus, generación, generación escalar, tendencia inherente a una posición, descubren desde las ciencias sociales el engranaje social que cataliza la crisis climática. El concepto generaciones escalares se ajusta como categoría de análisis a las problemáticas que devienen del cambio climático.
Rreferencias bibliográficas
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.